2022 está siendo un año complicado para los amantes del cómic. Miguel Gallardo y Juan Mediavilla, dos de las grandes figuras del tebeo español, fallecieron con apenas unos meses de diferencia y, en las últimas semanas, Calpurnio y Carlos Giménez han puesto fin a 'Cuttlas y Paracuellos', sus series más populares. Mientras que el entrañable vaquero, su yegua Rosario, Mabel y Jim cabalgarán quedos hasta perderse por el horizonte, Giménez ha decidido acabar con los sufrimientos de los niños de Auxilio Social con un último tomo. Titulado 'Un 'Hogar' no es una casa' (Reservoir Books, 2022), en este noveno volumen Pablito recuerda algunas de las historias vividas en el internado, mientras espera impaciente el momento de abandonarlo y reunirse con su madre, sus hermanos e iniciar esa nueva vida que Giménez ya narró en Barrio.

"Nos dieron una infancia de mierda", afirmaba rotundo Carlos Giménez el viernes pasado en Espacio Telefónica durante un encuentro con sus lectores, en el que recordaba el hambre, la sed y los malos tratos que él y sus amigos sufrieron en los hogares de Auxilio Social de Falange durante la postguerra. "A pesar de todo, el niño tiene una asombrosa capacidad de jugar y de distanciarse de las cosas. De no ser así, se moriría", reflexionaba el dibujante, que reconocía no guardar rencor a sus maltratadores. "El tiempo lo cura todo. No creo que haya tenido mucho rencor y, el que tenía, creo que lo he ido perdiendo con los años. Siempre he sido consciente que aquellas personas que nos mal cuidaban no lo hacían porque fuera su vocación, sino porque estaban trabajando en un sitio en el que las cosas eran así", comentaba Giménez, que comenzó a dibujar 'Paracuellos' casi por casualidad.

"Colaboraba en Mata Ratos, una revista en la que me encargaban cosas de humor cuando lo que en realidad yo quería era contar estas cosas. Un día me pidieron una historieta de humor sobre una estafa que había habido con una compañía aérea, pero yo no tenía ni idea de nada. Por entonces no había internet, no te podías informar, así que, la última noche antes de entregar, hice la primera historieta de 'Paracuellos'. La llevé a la revista, el que la recibió se quedó mirándola sin entender absolutamente nada y como no había tiempo porque había que entrar en máquinas, coló. En vista del éxito, la siguiente semana me presenté con otra y me dijeron: 'Vale, la vamos a publicar pero no hagas más de estas'".

A pesar de esa tibia acogida, Giménez continuó dibujando esas historias que, por entonces, ni siquiera se llamaban 'Paracuellos'. "El nombre se lo terminó dando la gente. Yo comenzaba las historias con el nombre de cada uno de los hogares, como García Morato o Paracuellos para situarlas. Poco a poco la gente me preguntaba si iba a hacer más historias de 'Paracuellos' y, cuando un día me preguntaron cómo quería llamar 'a las historias de Paracuellos', les respondí, 'pero si ya le has puesto tú el nombre'. En principio me pareció muy poco comercial, pero luego he visto que ha funcionado y que incluso se ha mantenido en las ediciones extranjeras".

Cuando tenía ya una treintena de páginas acabadas, Giménez recibió una propuesta de El Papus para empezar a colaborar con ellos. Para aceptar, el dibujante puso como condición que la revista publicase el material ya dibujado de 'Paracuellos', cosa que fue aceptada por los responsables de la revista que, a su vez, pusieron otra condición: que Giménez se comprometiera a no hacer para ellos más páginas de esa serie sobre "niños tristes".

"Tuvo que ser en Francia, en la revista —¡de humor!— 'Fluide Glacial', que en aquellos años dirigían Gotlib y Diament, donde las historietas de 'Paracuellos' se publicaran —por cierto, con una muy aceptable acogida por parte del público y crítica— y donde me pidieran que siguiera haciendo esa serie para la revista. Una vez publicada en Francia ya no tuve ningún problema para publicarla en España. Es más, a partir de ese momento, todas las revistas querían publicar el 'Paracuellos'. El mismo 'Paracuellos' que algunos de aquellos editores, un tiempo antes, no se habían molestado ni siquiera en mirar", recuerda Giménez en el prólogo a 'Un 'Hogar' no es una casa', cuyo epílogo concluye con otra frase que ayuda a contextualilzar el origen y evolución de este tebeo: "Bendita democracia que me ha permitido contar con libertad estas historias".

Cuando nadie en España pensaba que el cómic pudiera ser un vehículo de expresión personal para hablar de temas históricos o autobiográficos, Giménez tuvo esta idea"

Una obra fundamental

Publicada por primera vez en 1975, cuando la dictadura daba sus últimos estertores, 'Paracuellos' es, en opinión del historiador y crítico de cómics Gerardo Vilches, "una obra absolutamente fundamental, única y anticipadora. Cuando nadie en España pensaba que el cómic pudiera ser un vehículo de expresión personal para hablar de temas históricos o autobiográficos, Giménez tuvo esta idea sin conocer ninguno de los poquísimos ejemplos que podían compararse con 'Paracuellos' a nivel internacional entonces".

Guiado por su necesidad de compartir lo vivido y de no olvidar, el dibujante madrileño comenzó una obra que abordaba el tema de la memoria histórica cuando el concepto aún no se había acuñado en nuestro país y que allanó el camino a trabajos posteriores como 'Un largo silencio de Miguel Gallardo', 'El arte de volar' de Kim y Altarriba o 'Retorno al Edén' de Paco Roca. "Aunque no creo que tenga una influencia directa en esos títulos que mencionas, lo que sí es verdad es que 'Paracuellos' es una inspiración para todos ellos —comenta también Vilches—. Es una obra que demuestra que se podía hacer algo así. Si esos autores supieron que podían hacer esas obras fue porque Giménez había hecho las suyas".

A sus valores artísticos, 'Paracuellos' suma, en opinión de la historiadora Elena Masarah, una serie de aspectos que hacen que rebase el territorio del cómic para adentrarse en el de la historiografía. "A pesar de que cuando empezó a publicarse 'Paracuellos' los estudios sobre la Guerra Civil y el franquismo comenzaban a despegar gracias, sobre todo, a los y las hispanistas, la memoria de los hogares del Auxilio Social era totalmente desconocida. Esto ha hecho que 'Paracuellos' se haya convertido en un 'espacio de memoria' porque, no solo surge de una necesidad de expresar gráficamente unos recuerdos dolorosos, sino que se acaba conjugando como una especie de identidad colectiva más amplia, en la que se ven reflejadas todas aquellas personas que pasaron por los Hogares y otras instituciones similares".

Todos esos logros hacen que, en opinión de Masarah, lejos de haber perdido interés con el tiempo, el trabajo de Giménez haya ido ganándolo con los años. "'Paracuellos' , y también 'Barrio', tienen el valor añadido de haberse convertido en una fuente histórica en sí misma, en un estudio acerca de qué relación personal establecemos con la memoria. Al ser una obra que ha sido abandonada y retomada en diferentes etapas, en contextos socio-políticos muy distintos y en momentos vitales del autor también muy diferentes, ha hecho que no solo sea una serie relevante por el contenido, sino también por el continente, por la forma y los momentos en los que ha ido creciendo".

A pesar de su relevancia como autor, entre los muchos reconocimientos que atesora Carlos Giménez no se encuentra el Premio Nacional de Cómic. La relativamente reciente creación del galardón y el hecho de que no se otorgue a una trayectoria, sino a un álbum inédito publicado el año anterior, ha hecho que nunca lo reciba. Sin embargo, la aparición de este noveno tomo de 'Paracuellos' podría cambiar esa situación.

"Imagino que este último volumen de la serie estará entre los candidatos al Premio Nacional", apunta Elena Masarah, algo en lo que también coincide Gerardo Vilches, aunque duda de que tenga posibilidades reales de ganar. "Sinceramente, las últimas entregas de 'Paracuellos' están muy lejos de ser las mejores de la serie o de estar por encima de muchas otras obras que se publican cada año", apunta, al tiempo que propone otro tipo de premio para el autor madrileño: "Creo que lo que merece Giménez es un reconocimiento a su carrera en condiciones, quizás el Princesa de Asturias de las Artes", una idea que es secundada por Masarah que, además de mencionar lo aportado por Giménez al mundo del cómic, destaca su compromiso y lucha por los derechos laborales de sus autores.