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Música

Los músicos callejeros se pasan al Bizum: "Ahora nadie lleva efectivo"

Los vendedores ambulantes más vulnerables afirman que su recaudación ha caído a la mitad respecto a antes de la pandemia

Los músicos callejeros se pasan al Bizum. Nuria Marron

Es adaptarse o morir. Los músicos callejeros de Barcelona se están pasando al Bizum, el servicio de transferencias a través del móvil, para recaudar los donativos que siempre habían recibido en efectivo. "La gente ya no lleva monedas, muchos te aplauden y te dicen: 'Te daría algo, pero no llevo nada encima'. Ahora voy con el Bizum y funciona", cuenta Levan Shengelia, guitarrista que recorre las líneas de Rodalies con el número de cuenta pegado a su instrumento.

La otra cara de la moneda la ponen vendedores ambulantes o las personas que malviven de la caridad -el último colchón cuando todo lo demás ha fallado- y que se hallan excluidos, también, del mundo digital. "¿Bizum? Yo no sé qué es eso", responde Muhammad, que vende castañuelas por dos euros a las puertas de la catedral de Barcelona. Ahora recauda la mitad que antes de la pandemia. Solo puede permitirse comer una vez al día.

Pasear por el Portal de l'Àngel y no seguir el compás del blues con los pies es casi imposible. Con su trombón, trompeta, guitarra, banjo e incluso una tabla de 'washboard', los Boozan Dukes tienen a todas horas un corro de público que aplaude y baila sus canciones. En frente suyo, en una maleta, muestran sus discos. Algunos niños se acercan a darles monedas. En un cartel tienen escrito un número de móvil al que se pueden hacer donativos 'online'. "Nosotros no vivimos de esto, pero con la pandemia lo pasamos muy mal y decidimos abrir una cuenta. Tampoco se usa mucho, recibimos un ingreso cada tres semanas", cuenta Zelig J. Zeljkovic, trompetista.

En cambio, para Shengelia, el Bizum ha sido un auténtico descubrimiento. "Cuando tocas por la calle, en el metro, en las terrazas de los bares... la gente suele darte 50 céntimos, o uno o dos euros como máximo. ¡Por Bizum te ingresan de siete a diez!", cuenta el guitarrista. Él tomó la decisión de abrirse esta cuenta cuando notó los estragos de la pandemia. "Primero no podíamos trabajar por las restricciones, y después a mucha gente le daba miedo pagar con monedas o billetes por temor a contagiarse... Ahora casi nadie lleva efectivo", explica. Él sobrevivió con algunos ahorros, pero ahora los donativos en efectivo que ha perdido los compensa con el servicio electrónico. "¡Si sí, me da para vivir! Pago 600 euros de alquiler y puedo ahorrar", explica.

Cambio radical

"Yo creo que soy el único músico de Barcelona que no usa Bizum", cuenta Juan Fernández, un virtuoso del arpa que cada mañana acude a la plaza de la catedral de Barcelona. "Lo miré, me descargué la aplicación, pero algo debí de hacer mal porque no funciona... También me da miedo, porque puedes tener problemas con Hacienda. No sabes si un loco te va a ingresar un dineral y luego te multan a ti si no pagas impuestos", plantea.

Sin embargo, asume que debe apuntarse al mundo 'online'. "No hay otra. Yo soy antidigitalización, pero si no puedes contra ella... hay que unirse", dice, resignado. Hace 19 años podía reunir hasta 1.200 euros al día tocando en la misma plaza y vender 20 CD. "Ahora, con suerte, puedo lograr 30 euros en un día y vender un CD al mes. Ha habido un cambio radical", sigue. Se ha creado un perfil en las redes sociales, @juangratiniano, a través del cual consigue hacer conciertos o tocar en actos en todo el mundo. La semana que viene, por ejemplo, lo han contratado para actuar en una conferencia de Bruselas.

A escasos pasos de Fernández, en la subida de la calle del Bisbe, Muhammad toca unas castañuelas. Él no es músico, solo las vende. Cuestan dos euros, anuncia un cartel de cartón sobre una sábana blanca en la que las expone. Se dedica a esta actividad desde hace nueve años. "Trabajé seis años en una tienda de móviles del Raval, pero cerraron. Tengo 48 años y no encuentro nada...", explica. Por la noche, vende muñequitos luminosos que hace volar por Las Ramblas. "La gente me dice que quiere pagar con tarjeta de crédito... pero no tengo yo para eso. Desde el 'corona' ganamos muy poco", cuenta. Antes de la pandemia podía obtener 50 euros al día. Ahora, con suerte, llega a los 20. "La policía viene cada día tres veces", añade. Debe 250 euros en multas por vender sin permisos.

Diabético sin visión

¿Te da para vivir? "Sí", responde Muhammad. Pero la cuestión es la vida a la que está condenado. Duerme en una cama de un 'piso patera' en el Raval. Ocho hombres en una vivienda de dos habitaciones. Solo come una vez al día, a las siete de la tarde. Chapati, un pan hindú. Tiene diabetesestá perdiendo la visión del ojo por exceso de azúcar en sangre. "El médico me dice que voy mal, pero no tengo para más, no puedo cuidarme", explica. Además, de lo poco que tiene, cada mes envía 150 euros a sus hijos, que van a la escuela en Pakistán.

Es también una realidad con la que se encuentra Enric, catalán de 65 años que vende pulseras de la 'senyera' bajo el Pônt del Bisbe. "Empecé vendiendo lazos amarillos después del juicio del procés", explica este hombre, que hace una semana vivía de una prestación para parados de larga duración. "Me la han quitado", se queja. Ha vendido joyería, material contra incendios, ha sido vigilante... y vive en una casa a las afueras de la ciudad. "Ahora solo me queda esto, pero da para muy poco", sigue el hombre. "¿Bizum? ¿Qué es el bizum?", pregunta.

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