Chucho Valdés interpretará en el Cartagena Jazz Festival alguna pieza de 'Jazz Batá 2', que le supuso el Latin Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino 2019 y es considerado uno de los 50 mejores álbumes latinos de la década por la revista Billboard. El hijo del añorado Bebo lo grabó por primera vez en 1972 con un trío de piano jazz y tambores batá, utilizados en la música ritual de la religión yoruba en Cuba. Su última composición, La Creación, es una suite dedicada a Olodumare, el creador en la religión yoruba, y sus influencias en América y el Caribe.

El fundador del grupo Irakere, que a los 81 años mantiene intacta su inquietud, consiguió el Grammy Latino 2022 en la categoría Mejor Álbum de Jazz Latino junto a Eliane Elias y el fallecido Chick Corea por el disco 'Mirror Mirror'. Valdés posee, además de seis Grammys y cuatro Grammys Latinos, el premio a la trayectoria de la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación y su nombre se encuentra en el Salón de la Fama de los Compositores Latinos. Protagonista de un buen pedazo de historia del jazz moderno, ha colaborado con legendarios del jazz y acumula en el alma mucha música y mucha Cuba.

Recibió el Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino 2022 por su trabajo en el disco 'Mirror Mirror', con Eliane Elias y con su gran amigo Chick Corea. ¿Qué sensación le produjo la noticia?

Fue muy importante haber recibido un Grammy en el disco de la gran artista, a la cual admiro muchísimo, Eliane Elias, y con Chick Corea, que ha sido uno de mis grandes maestros y uno de mis grandes ídolos, al igual que Eliane. Fue un gran honor.

Con Paquito D’Rivera ha grabado 'I missed you too'. ¿Cómo hay que entender el título?

Después de 42 años sin trabajar juntos, después de 'Irakere', escuché una obra mía tocada por un cuarteto de clarinete que hizo Paquito, y le escribí diciendo que era maravilloso y que yo todavía lo extrañaba. Él me contestó lo mismo, "te extrañé también", y entonces nos pusimos de acuerdo para hacer un disco y empezar a hacer giras internacionales, por lo menos este año.

Irakere se convirtió en una gran propuesta desde sus inicios. ¿Es su grupo más recordado?

Es mi grupo más recordado, porque fue el comienzo de una historia entre amigos que veníamos del combo de Chucho Valdés, en 1963, y después de la orquesta cubana de música moderna. Siempre fue un grupo experimental, y cuando lo hicimos no pensamos que íbamos a tener un éxito tan grande y que, además, sin darnos cuenta íbamos a cambiar la trayectoria y los puntos de vista sobre la música afrocubana con el jazz.

¿Cuál fue la principal enseñanza que le dio su padre, el talentoso Bebo Valdés? Tocar con él tuvo que ser muy especial.

La enseñanza que mi padre me dejó fue que la música es una carrera muy seria y que había que dedicarse completamente a ella y tomarla muy en serio. Tocar con mi padre fue como recordar los tiempos de cuando yo era un niño y los dos nos sentábamos al piano, me daba las clases y después tocábamos canciones, y precisamente hicimos el disco 'Juntos para siempre', y en ese momento no estábamos en el estudio. Era como si estuviéramos en casa tocando y pasándolo bien.

¿Por qué se dedicó al jazz? Además usted interpreta los sonidos de la tradición yoruba.

La tradición Yoruba es como un legado que nos dejó África, no solamente en el Caribe, sino en América, y desde mi inicio, a pesar de haber estudiado piano clásico, me decidí a investigar esas raíces, porque tienen una gran riqueza. Al mismo tiempo que el jazz es música afroamericana, eso ya lo había demostrado Mario Bauza, Machito y Dizzy Gillespie, era perfectamente fusionable con la música afrocubana, y de ahí es de donde nace un estilo que se llama afrocubanjazz o latin jazz.

Lleva 60 años sobre los escenarios, ha sido galardonado con numerosísimos premios (incluidos 10 Grammys). ¿Qué hace para mantenerse en forma? ¿Qué es lo que más le ilusiona de la música?

Bueno, realmente mi primer concierto fue a los 9 años, o sea en este momento yo tengo 81, entonces, no son 60 años, son ya 72 años desde la primera vez que subí a un escenario. Para mantenerme, mi alimento principal es seguir investigando, seguir experimentando. Hay muchas cosas todavía que se pueden hacer y muchas cosas que me faltan por hacer, porque, como dijo el maestro Leo Brouwer, la música es como una eterna espiral. Se va desarrollando y es eterno. Eso es lo que más me ilusiona de la música.

Después de tantos años, ¿aún se pone nervioso al salir al escenario?

Por supuesto que sí. Siempre que salgo al escenario salgo bien nervioso, y las cosas empiezan a normalizarse cuando se produce la interrelación entre la audiencia y lo que estoy haciendo. Entonces allí empiezan a bajar los nervios y la inspiración se va desarrollando más.

Por su casa de La Habana pasaron muchos artistas cuando era pequeño. ¿A quién recuerda con cariño?

A Celia Cruz, Ernesto Lecuona, Arsenio Rodríguez, Cachao, y muchos otros.

¿Qué sacrificios ha tenido que realizar para poder alcanzar su tan merecida fama? ¿Tocar sin pasión es imperdonable, que decía Beethoven?

Beethoven tuvo un alumno que hizo un recital tocando su música y entonces tuvo una impresión en una de las obras, y cuando terminó el concierto le pidió disculpas al maestro Beethoven y él le dijo: «tener ciertos desajustes no es importante; ahora, tocar sin pasión si es imperdonable, y tú tocaste con muchísima pasión».

¿Cuándo compone? ¿Qué le sale últimamente?

Lo que me sale son las vivencias, las cosas que estoy viviendo, la vida, ¿no? Y es impredecible, cuando vas a componer, qué es lo que se te va a ocurrir. Simplemente yo no fabrico la música, yo trabajo con las emociones, sobre todo con la inspiración.

'La creación' lleva una carga espiritual muy fuerte. ¿En qué consiste esta suite? ¿Diría que está entre lo más ambicioso que ha hecho nunca?

Yo pienso que 'La creación' es como una síntesis de todas las cosas que he ido aprendiendo a través de los años en la música, y considero que, hasta el momento, es mi música o mi obra más completa. Aunque no quiere decir que a esta hora haya terminado mi investigación. 'La creación' sigue viva y tiene mucho éxito. Ahora estoy trabajando en otros proyectos diferentes. Por ejemplo, llevar al sinfonismo mi música afrocubana, y estoy componiendo obras para orquesta sinfónica e instrumentos de percusión. Ya lo había hecho en 1971, cuando hice la versión sinfónica de mi primera obra afrocubana, que tuvo un premio Grammy: la 'Misa Negra'.