Arte

¿Dónde estaban las mujeres artistas? Ocho libros reivindican su papel en la historia

Las pintoras modernistas catalanas, la primera arquitecta de la historia moderna Plautilla Bricci o la surrealista Remedios Vara estrenan una nueva vida en novelas y ensayos

’Noche y sueño’ de Evelyn de Morgan (1878).

’Noche y sueño’ de Evelyn de Morgan (1878).

Leticia Blanco

En 2015 la joven historiadora Katy Hessel entró en una feria de arte y se dio cuenta de que entre las miles de obras que tenía ante sus narices, ni una sola era de una mujer. Lo siguiente que pensó fue: ¿sería capaz de nombrar 20 mujeres artistas? ¿Diez anteriores a 1950? ¿Alguna anterior a 1850? La respuesta, tan triste como previsible, fue: no. 

Hessel tuvo aquel día una revelación parecida a la que hace más de 50 años desató Linda Nochlin al preguntarse en el revolucionario ensayo ‘¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?’. 37 años después de que las Guerrilla Girls se plantaran delante del MoMA para criticar que la única manera de que una mujer entre en un museo es hacerlo desnuda como 'La Gran Odalisca' de Ingres, las cosas han cambiado, pero poco y a un ritmo exasperantemente lento. 2023 será el primer año en el que la Royal Academy of Arts de Londres le dedique una exposición individual de una mujer en su espacio principal, Marina Abramovich. Y según una reciente encuesta para YouGov elaborada por la propia Hessel, el 30% de los británicos es incapaz de nombrar a más de tres mujeres artistas. 

'Hospital Henry Ford' de Frida Kahlo (1932).

'Hospital Henry Ford' de Frida Kahlo (1932).

La epifanía de Hessel la llevó a fundar una muy popular cuenta de Instagram (@thegreatwomenartists, con más de 300.000 seguidores y semilla de un popular podcast) y a escribir ‘Historia del arte sin hombres’ (Ático de los Libros), un ensayo que recorre la historia del arte a la manera de la biblia del género de E. H. Gombrich. Su título es, de hecho, un guiño irónico al canónico ‘La historia del arte’, cuya primera edición de 1950 no contenía el nombre de ninguna mujer y la decimosexta solo a una. 

De Elisabetta Sirani, desconocida artista del Renacimiento, a Tracey Emin, la chica mala de los 'young british artists', ‘Historia del arte’ tiene algo de recuperación sanadora, igual que otros títulos como ‘Orgullo y prejuicios. En torno al arte de las mujeres’ (Tres hermanas) de Amparo Serran de Haro y África Cabanillas, ‘Diferenciando el canon. El deseo feminista y la escritura de las historias del arte’ (Exit) de Griselda Pollock o ‘Mujeres, arte y poder’ (Paidós), que incluye el famoso ensayo de Nochlin, la chispa que inició la revolución feminista en los estudios de arte

Una arquitecta en el Seicento

Lo cierto es que las librerías están últimamente llenas de novelas, ensayos y memorias ficcionadas de mujeres del mundo del arte sobre las que se había escrito poco o nada hasta la fecha y que por fin han encontrado su momento. Es el caso de la estupenda 'La arquitectriz' (Anagrama) de la italiana Melania G. Mazzucco, que novela la vida de la que está considerada la primera arquitecta de la historia, Plautilla Bricci, que vivió en el Seicento italiano, en esa Roma de los papas y la peste llena de intrigas excesos que tanto se presta a lo literario. 

La arquitecta Plautilla Bricci.

La arquitecta Plautilla Bricci.

Mazzucco ya demostró el talento que posee para reconstruir vidas desde la ficción en ‘Ella, tan amada’ (Anagrama), la novela sobre la fotógrafa y escritora Annemarie Schwarzenbach y ahora se sumerge en el barroco italiano para contar la historia real de la primera mujer que fue miembro de la Academia de San Lucas y responsable (aunque no se le reconociera en un primer momento) de Il Vascello, una espectacular villa en forma de barco construida sobre una de las colinas de Roma que fue destruida por las tropas francesas en el asedio de 1849. 

¿Dónde están las surrealistas?

Una de las muchas artistas españolas olvidadas por el canon es la pintora Remedios Varo (1908- 1963), una de las primeras mujeres que estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pareja sentimental de Benjamin Péret y figura clave del círculo surrealista de París, donde se refugió tras estallar la Guerra Civil. Varo coincidió con Lorca y Dalí en Madrid, en París con Max Ernst, Picasso y André Breton, y tras su exilio en 1941 a México huyendo de los nazis trabó una intensa amistad con otras dos grandes damas del surrealismo, la fotógrafa húngara Kati Horna y la pintora inglesa Leonora Carrington, con las que exploró lo esotérico y lo oculto. Las “tres brujas”, se hacían llamar

'Naturaleza muerta resucitando', de Remedios Vara.

'Naturaleza muerta resucitando', de Remedios Vara.

No es casualidad que Varo haya sido, junto a Carrington, una de las artistas enterradas por la historia oficial del arte que la Biennale de Venecia ha reivindicado este año con la intención de reparar décadas de invisibilidad. Y es que hasta hace bien poco en los manuales sobre el surrealismo no aparecía ninguna mujer junto a Magritte, Dalí, Miró, Breton o Man Ray. Varo es la protagonista de ‘La pintora pelirroja vuelve a París’ (Alianza), escrita por la doctora en Historia del arte Ara de Haro. La novela empieza en la capital francesa en 1937, tras la llegada de Varo con una maleta llena de libros y presta especial atención a las mujeres del círculo de los surrealistas, artistas como la fotógrafa Dora Maar o la pintora Jacqueline Lamba, primera esposa de Breton. 

Al rescate de las modernistas

Otras de las novedades editoriales que desempolva a artistas catalanas sepultadas en el olvido es ‘Quan les dones havien de pintar flors’, editado por Salvatella. Su autora, Consol Oltra Esteve, escribe sobre el grupo de pintoras que surgió a finales del siglo XIX en Cataluña en pleno modernismo. Pese a proceder de familias bien, tenían prohibido estudiar en la Llotja (¡cómo iban a asistir a las clases donde había modelos desnudos!) y la mayoría se formó en academias privadas o talleres de pintores reconocidos. Lejos de amilanarse ante las limitaciones, muchas de ellas se especializaron en la representación floral, un género muy de moda en la época. 

'Roses' de Maria Lluïsa Güell.

'Roses' de Maria Lluïsa Güell.

Oltra estructura su libro por tipos flores (hay capítulos dedicados a las peonías, los crisantemos o las rosas) y explica lo peyorativo que resultaba en la época la etiqueta “pintores de flors”, pese a que las flores fueron uno de los grandes temas del impresionismo y lo había sido de los grandes maestros holandeses en los siglos XVII y XVIII. En el libro aparecen nombres como el de Antònia Ferreras, Maria Lluïsa Güell o Lluïsa Vidal.

Todas ellas coinciden también (quién se lo iba a decir) en ‘Cent dues artistes’ (editado por Univers) de Elina Norandi, un volumen que es todo un acontecimiento artístico-literario: por primera vez se reúnen los nombres de 102 artistas catalanas desde 1850 hasta las nacidas en 1982, que este año han cumplido los 40. “Ellas siempre nos parecerán menos talentosas, menos innovadoras, menos sorprendentes, menos interesantes, menos geniales… Si nos obstinamos en hacer una historia igualitaria, las artistas siempre saldrán perdiendo, porque la sociedad no lo fue”, reflexiona Norandi. Por eso, apunta, es necesario hacer todo lo posible por revertir la situación.

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