Nuestro libro de la semana
Luis Rodríguez: fogonazos de pura literatura
El escritor regresa a las librerías con su nueva novela, o antinovela, Visaje (KRK Ediciones), una obra en la que la fragmentariedad narrativa y la referencialidad cultural son elementos clave

El escritor cántabro pero residente en Benicàssim, Luis Rodríguez. / MEDITERRÁNEO
«Este libro ha comenzado a arder en la página 160 (no lo comprobéis, confiad en mí)». Este es uno de los fogonazos que Luis Rodríguez lanza al lector en Visaje (KRK), su última novela, o antinovela, o no-novela (cada cual tiene la libertad de opinar al respecto). En esa oración ya se intuye algo crucial en toda la obra del autor de Cosío: la confianza. Una confianza entre él, como autor, y tú o vosotros, como lector o lectores. Una confianza que, paradójicamente, es también engañosa, porque invita a la desconfianza total hacia lo escrito, hacia lo narrado. ¡Menuda paradoja! Y es que, con Luis Rodríguez, nunca se sabe. Aunque yo sé, o creo saber (o más bien, quiero saber, o quiero creer que tengo la más mínima opción de saber) que uno debe abandonarse siempre al texto, a la locura, para ser un lector de verdad, comprometido, suicida si ha de serlo, por más que a él, a Luis, el lector le traiga sin cuidado las más de las veces («Me gusta no darle al lector ninguna concesión», me dijo en una ocasión).
En Visaje, cuyos capítulos se reparten como si se tratase de un diario personal (¿de quién?), aparecen temas que ya forman parte del sello narrativo del autor benicense, como la muerte (ya sea natural o inducida), así como su rebeldía frente a la naturaleza del propio texto y su identidad. En cuanto a esto último, no es esta la primera, ni será la última vez, que algún avispado aspirante a crítico con un mínimo de rigor vea en estas páginas una similitud con Borges, sobre todo en la intención de «destruir», por un lado, la idea de identidad fija de un texto, y, por el otro, la idea misma de autor. ¿Qué quiero decir con ello? Sencillamente, que la literatura de Luis Rodríguez está impregnada de cientos, de miles de lecturas, de las cuales extrae fragmentos que estructura o dispone a su antojo. Con ello, invita al lector a querer conocer su origen primigenio (si es que lo hay, porque, como se sabe, todo se ha dicho y todo se ha escrito ya).
Es muy posible, como ya ha señalado otro lector más experimentado y sobresaliente (me refiero a Vicente Luis Mora), que exista, quizá, un exceso de citas sin atribución en Visaje: citas o alusiones a otros autores, artistas, filósofos, pintores y pensadores que no llegamos a descifrar de buenas a primeras. Es cierto que ante tantas recurrencias uno pueda llegar a distraerse demasiado o incluso distanciarse de la obra, al resultar, tal vez, demasiado abrumadoras. No obstante, entiendo que son necesarias para el diálogo interno —y casi imperceptible— que Rodríguez mantiene con su manera de entender la escritura y la literatura. También son necesarias para algo que, precisamente, Vicente Luis Mora destaca en su extraordinario ensayo Construir lectores (Vaso Roto): la necesidad, yo diría urgencia incluso, de formar lectores de buena literatura y pensamiento complejo. Así, si hoy hay alguien en el panorama editorial español capaz de cumplir con ese propósito, no tengo dudas de que ese es Luis Rodríguez.
Un autor-lector voraz
Otro aspecto a tener en cuenta en esta obra (y en todas las de Rodríguez) es la humildad de la empresa acometida. Y no se trata, ni mucho menos, de un ejercicio de falsa modestia ni de un disfraz que oculte un monumental ego. ¿A qué me refiero? Es el texto el que habla, no Luis. Es el texto y su escritura lo que mejor define quién es realmente, dejando a un lado todo el artificio impostado del «autor» o de quien dice ser «un autor». Rodríguez escribe para sí mismo; escribe porque es, ante todo, un lector que, como recordaba Michèle Petit, lee para «descifrar su propia existencia». Vicente Luis Mora añade en el ensayo ya citado que «el prolongado esclarecimiento de lo que somos, de quiénes somos, es un trabajo o cuidado de sí cuya duración ocupa toda la vida, y suele reforzarse mediante la lectura». Y en esas está Rodríguez, sabiendo quién es y quién no es. («La cuestión no es: “Yo en tanto que escritor”, sino más bien: “El escritor en tanto que yo”»). Resulta fascinante formar parte de ese viaje, de esa búsqueda de reconocimiento y autorreconocimiento.
Si a todo ello se añaden la metaliteratura, la fragmentación narrativa, la referencialidad cultural, el cuestionamiento de la realidad y la ficción, cierto toque de pesimismo existencial, la experimentación formal y la intertextualidad, solo queda decir: bienvenido sea siempre Anselmo en sus infinitas pero siempre sorprendentes personalidades. Bienvenido sea siempre un nuevo libro de Luis Rodríguez.
Ah, se habrán dado cuenta de que no hice referencia alguna de la historia ni de los personajes que aparecen en el libro, a excepción de nuestro querido Anselmo en el párrafo anterior. Mejor así. Ahora es su turno, su oportunidad, su momento de estar a solas con Luis Rodríguez para leerle, profunda y comprometidamente, para rebelarse si hace falta.

'Visaje'
Autor: Luis Rodríguez
Editorial: KRK Ediciones
272 páginas, 22,95 euros
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