La caja de resonancia

¿Odiar a tu artista favorito porque no actúa en tu ciudad?

La tendencia de las estrellas a concentrar sus conciertos enfurece a los fans y los pone delante del espejo, como se ha observado en el anuncio de las nuevas giras de Blackpink y Beyoncé

Concierto de Blackpink en Barcelona.

Concierto de Blackpink en Barcelona. / EPC

Jordi Bianciotto

Barcelona

Furia en las redes ante esa gira de estadios de Blackpink limitada a diez únicas ciudades del globo: su Seúl natal, Los Ángeles, Chicago, Toronto, Nueva York, París, Milán, Barcelona, Londres y Tokio. Se presenta como el ‘Blackpink 2025 world tour’, con toda su pompa. “¿Esto es una gira mundial?”, se preguntan muchos fans. “¿Habéis visto un mapa?”, “siempre las mismas ciudades”, protestan admiradores del grupo k-pop de Berlín, Vancouver o Madrid.

Más exagerado si cabe es lo de Beyoncé, cuyo ‘Cowboy Carter tour’ consta de 30 conciertos repartidos en solo ocho plazas: las seis mayores urbes de Estados Unidos más Londres (seis estadios) y París (tres). Y punto. Nada de perder el tiempo en caravanas de provincias. Aunque el acierto nunca se puede dar por hecho: ha pasado un mes y en el campo del Tottenham queda mucho papel por vender. Al no estar ‘sold out’, los precios, aunque altos, no han trepado con el algoritmo dinámico ni han dado el salto a la reventa y sus cifras de tres ceros: veo ‘tickets’ a 103,50 libras (123 euros).

Pero las giras de pocas ciudades, reduciendo costos y movilizando a la afición, son el nuevo ‘modus operandi’ de los artistas galácticos, y ahora que prospera la figura del ‘superfan’, se observa un desfase entre aquello que ese admirador superlativo está dispuesto a dar y el modo en que su ídolo se lo paga: despreciando su ciudad y forzándolo a viajar. Terreno propicio para la decepción, el drama, el brote de ansiedad. El ‘entertainment’, en lugar de ser una válvula de escape de las tensiones mundanas, acaba representando otra fuente de angustia.

También Dua Lipa ha enojado a una parte de sus fans, en este caso los catalanes, porque su nueva gira pasa por Madrid y no por Barcelona, ciudad en la que se la ha visto cenando en Gresca o Disfrutar, y en cuya piscina de Montjuïc grabó un videoclip. Aunque esos desplantes puedan llegar a incluir amenazas de boicot, generalmente (hasta hoy, al menos) todo suele diluirse y el ‘fandom’ pasa por el tubo o sufre en silencio. 

Ahora habrá que ver cómo acaba lo de Shakira. Semanas atrás, un promotor importante me dijo que se barajaba Madrid como única sede de la gira en España. “Si hiciera eso, se equivocaría”, susurró otro. Es posible. Con la que ha caído en la relación entre ‘Shaki’ y la ciudad de Gerard Piqué, solo faltaría esto. El programa ‘Espejo público’ (A3) aseguró el miércoles pasado que no, que habrá conciertos (pero en 2026) en Madrid y Barcelona, y tal vez en otras ciudades. Que así sea, y no haya males mayores.

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