ENTREVISTA

El fotógrafo Joan Fontcuberta: "Creíamos a ciegas en la imagen pero la IA nos ha quitado la venda de los ojos"

El Premio Nacional de Fotografía y de Ensayo, que también suma el galardón más prestigioso en su campo, el Hasselblad (el Nobel de la fotografía), imparte la conferencia ‘La fotografia, de l’alquímia a l’algoritme’

El Premio Nacional de Fotografía y de Ensayo Joan Fontcuberta

El Premio Nacional de Fotografía y de Ensayo Joan Fontcuberta / Sylvie Bussieres

Raquel Galán

Palma

¿Cuándo nació su entusiasmo por la IA aplicada a la imagen?

Hace décadas que la genealogía de la Inteligencia Artificial convive con nosotros y a mí siempre me han interesado las herramientas que permiten producir imágenes, ya que su naturaleza y repercusión dependen en gran medida del tipo de instrumentos que utilizamos. Está claro que no es lo mismo un pincel que una cámara o ahora un ordenador con estos sistemas de redes neuronales generativas. El año pasado hice una exposición, Nemotipos, que recogía 25 años de trayectoria y cuyo denominador común era precisamente que las imágenes aparentemente hechas con una cámara de fotos las hice con sistemas algorítmicos. Puede que al principio fuesen precarios, aunque ya sustituían al tradicional método de creación de imágenes que llamamos alquímico.

La expansión y el debate han surgido ahora.

Porque antes la mayoría no era plenamente consciente. El grado de conocimiento e impacto que está teniendo la IA en la actualidad se ha debido sobre todo a la aparición a nivel general de programas como ChatGPT o los de generación de imágenes que parecen fotográficas y llegan a confundir, hasta cierto punto, entre un documento real y lo que es invención. Esta sorpresa y alarma ha provocado que hoy la IA esté en boca de todos.

¿Fue de algún modo pionero con sus proyectos fotográficos en los que jugaba con la realidad?

Diría que tuve una intuición que procedía de una sensatez y de una reflexión profunda sobre el medio fotográfico. Yo no provenía de las Bellas Artes, sino del Periodismo. Estudié Ciencias de la Información a principios de la década de los 70, en un momento en que estaban muy vigentes disciplinas como la semiótica, el estructuralismo y la teoría de la comunicación. Esa era mi base, pero a mí me interesaba especialmente indagar en por qué ante una pintura el espectador es plenamente consciente de que se trata de una interpretación totalmente subjetiva de la realidad y, en cambio, el mismo tema plasmado en una fotografía produce mayor credibilidad.

Porque parece más real.

Es mucho más convincente, da la sensación de que el producto de la cámara es una transcripción literal de la realidad. Sin embargo, como fotógrafo, es decir, fabricante de imágenes, quería mostrar que son una construcción humana con una interpretación muy particular. Diez fotógrafos ante un mismo hecho ven cosas diferentes, del mismo modo que diez periodistas contarán una misma información de formas distintas. Mi intención es infundir la sensación de duda. Para mí la duda es una herramienta intelectual que permite el conocimiento crítico. Lo contrario de la duda es el dogma, el fundamentalismo, la credulidad sin ningún tipo de vigilancia, de estar alerta a la volubilidad del lenguaje y a las intenciones que comunica una imagen. Mi trabajo a lo largo de los años ha consistido en explorar los conflictos, esa tierra de nadie que hay entre la realidad y la ficción, porque no entiendo la ficción como lo opuesto a la realidad, sino como un puente que nos permite llegar a la realidad. El lenguaje, las palabras y las imágenes son ficción, aunque nos posibilitan acercarnos a una experiencia de la realidad.

Afirma que hemos estado en la «inopia» durante mucho tiempo. ¿Ahora dónde estamos?

En un periodo de incertidumbre. Hasta ahora creíamos a ciegas en todo lo que nos mostraba la imagen pero la Inteligencia Artificial nos ha quitado la venda de los ojos. Hemos estado pensando que la fotografía intensificaba nuestra mirada y sin embargo yo creo que es al revés, en algún sentido nos ha cegado, nos ha impuesto unas verdades y no nos ha dejado que las elaborásemos de una manera consciente, reflexiva. En esta etapa de incertidumbre, tengo compañeros del ámbito del fotoperiodismo o de la fotografía documental que están inquietos. Cuando pase, yo pienso que en el fondo están siendo liberados de una responsabilidad que no tenían y que la asumieron pese a que nadie se la impuso. Quiero decir que cuando un periodista explica una noticia, es su rigor y la confianza que nos merece lo que hace que demos sus datos por ciertos. En cambio, cuando nos centramos en la fotografía, da la sensación de que cualquiera con una cámara es capaz de ofrecer la verdad de unos hechos. Parece que lo importante es la cámara y no el profesional, aunque es una simple herramienta, mientras que la ética la impone quien la maneja. Con la Inteligencia Artificial sucede lo mismo, es una herramienta, por lo que los fotógrafos tienen que hacer valer su ética y eso les liberará.

¿Qué opinión tiene de vídeos como Trump Gaza o La isla de las corrupciones?

Si continuamos con la ética, es una perversión por la ideología que hay detrás. Estamos en un mundo en el que, más allá de las guerras de misiles, tanques y drones, tenemos una guerra de imágenes, que están convirtiéndose en armas que son muy poderosas, muy peligrosas y también, desde el punto de vista técnico, muy buenas, cada vez de mayor calidad. Es impresionante que puedan crearse imágenes así en tan poco tiempo. En los estudios de animación de Walt Disney estaban años para hacer algo similar y que no tenía ni un 10% de esa calidad.

Cuando estaba inmerso en su proyecto Gènesi.IA, tuvo mucho ensayo-error porque «a veces se iba por peteneras». ¿La máquina dominaba al creador o al revés?

Uso programas que aún tienen un cierto margen de error o, como se dice en la IA, el loro estocástico. Esto significa que los loros pueden repetir palabras sin entender lo que dicen y con la IA ocurre lo mismo, es decir, que crean textos o imágenes sin entender el contenido. Por eso a veces hay resultados técnicamente perfectos aunque fuera del sentido común. Para la ciencia, la industria y la comunicación, es un límite. Sin embargo, a mí me gusta porque es un juego y el día que la IA solo haga lo que le digo, me aburriré.

¿Aún nos queda mucho por ver? 

Hacemos fotografías y vídeos sin parar, las cámaras de vigilancia lo graban todo, hay satélites que han cartografiado cada centímetro del planeta... Hemos convertido casi todo en imágenes, pero la realidad es tan cambiante que habrá más. Y la responsabilidad de los artistas es poner el foco en las que faltan.

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