Entrevista | José Ángel Mañas Escritor. Premio Letras del Mediterráneo 2025

José Ángel Mañas: «El Papa Luna es clave para entender el Gran Cisma de Occidente»

El reconocido autor madrileño, autor de todo un clásico contemporáneo como Historias del Kronen, es uno de los galardonados este año por la Diputación de Castellón en la categoría de novela histórica

José Ángel Mañas durante su visita a la redacción de ‘Mediterráneo’ tras el anuncio de los premios Letras del Mediterráneo 2025.

José Ángel Mañas durante su visita a la redacción de ‘Mediterráneo’ tras el anuncio de los premios Letras del Mediterráneo 2025. / Gabriel Utiel

Eric Gras

Eric Gras

El escritor José Ángel Mañas es uno de los galardonados con el premio Letras del Mediterráneo 2025 que concede la Diputación de Castellón, junto a Juan Ramón Biedma y Mabel Lozano. En esta entrevista, nos habla de su fascinación por personajes como Pelayo, Fernán González, Berenguela y el Papa Luna, abordando los desafíos de la novela histórica y la importancia de la geografía en su narrativa. Además, reflexiona sobre lo que supone recibir este prestigioso reconocimiento literario.

Tu carrera ha transitado entre la narrativa contemporánea y la novela histórica. ¿Qué te atrae de este último género?

Yo soy un gran admirador de la realidad y me intereso por la realidad social en la que vivo. Algunas veces la miro de frente a través de mis novelas contemporáneas y otras lo hago desde el retrovisor, y voy al pasado para intentar entender mejor el presente. Y luego, más que novelas históricas me gusta hablar de novelizaciones porque evito al máximo inventar. Me baso en hechos que han sucedido y procuro armarlos narrativamente sin modificar demasiado.

Me atraen las figuras poco conocidas pero con un nombre que despierte interés. Por ejemplo, en mi trilogía medieval he trabajado con personajes como Pelayo. Su nombre nos evoca montañas y los Picos de Europa, pero en realidad sabemos muy poco sobre él. Existen solo tres crónicas asturianas, y a partir de ellas es cuestión de interpretación. Lo mismo sucede con Fernán González, una figura clave del siglo X y del nacimiento del Reino de Castilla. Me interesaba entender qué tenía Castilla como territorio de frontera para convertirse en la locomotora de los reinos cristianos.

Otro personaje fascinante es Berenguela, una gran reina eclipsada por la historia oficial, que abdicó en favor de su hijo, Fernando III «El Santo». Fernando es conocido como el hombre que integró Andalucía en el mundo cristiano, al punto que algunos lo consideran el rey más importante de la historia de España.

¿Y en el caso que nos ocupa?

Luego está el Papa Luna, claro, un personaje que suena familiar, especialmente aquí en Peñíscola, pero que en el resto de España es poco conocido. En Francia, en cambio, lo recuerdan más porque Avignon es un periodo importante para ellos. Lo que me interesa del Papa Luna es que encarna perfectamente el Gran Cisma de Occidente. En un momento hubo hasta tres papas simultáneos. Creo que mis novelas tienen algo de divulgación: quiero que se lean como novelas, pero también que cumplan una función pedagógica al rescatar figuras icónicas de la historia de España.

«Durante mucho tiempo estuve encasillado en el realismo contemporáneo, y ahora de repente puedo escribir sobre batallas medievales»

¿Qué desafíos afrontas al escribir novela histórica y cómo equilibras la documentación con la ficción?

Uno de los elementos más importantes de mis novelas es la geografía. En el caso del Papa Luna, hay tres escenarios clarísimos: Roma, Avignon y Peñíscola. Cada una tiene una identidad propia. Roma ya la conocemos todos. Avignon es una ciudad fluvial, con su famoso puente que conecta con Villeneuve, en territorio francés. En un momento clave, los cardenales abandonan al Papa Luna y cruzan a Villeneuve, lo que marca una fractura crucial en la historia del cisma.

Y luego llegamos a Peñíscola, con su castillo imponente, que parece una nave flotando en el mar. Me interesa cómo trasladar ese aislamiento del Papa Luna al papel. En una serie o película sería fácil mostrarlo, pero en literatura hay que encontrar los recursos adecuados para transmitir esa atmósfera.

Aquí se podría decir que la palabra se convierte en puente entre la realidad histórica y la imaginación del lector. ¿Cómo trabajas esa transición para lograr que el lector se sienta inmerso en estos escenarios?

Es cierto que existe una cámara mental que no es necesariamente cinematográfica. Antes del cine, por ejemplo, si le quitas los diálogos al Lazarillo de Tormes, sigue siendo perfectamente comprensible. Muchas veces me dicen: «Es que eres muy visual, eso es del cine». Pero no, autores como Dumas ya eran extremadamente visuales antes del cine.

Lo que sí hemos aprendido del cine es el arte de la síntesis. Hoy día, una novela decimonónica resulta demasiado reiterativa. Ahora eliminamos las escenas de transición y vamos al grano. Me interesa mucho Stevenson, que hablaba de «imágenes narrativas», es decir, imágenes mentales construidas con el lenguaje.

«El premio Letras del Mediterráneo es un voto de confianza que se agradece, pero también un reto»

¿Y qué supone para ti, para tu carrera, recibir un reconocimiento como este premio Letras del Mediterráneo?

Es verdad que este premio es un reconocimiento a una trayectoria literaria. Es un voto de confianza que se agradece, pero también un reto. En mi caso, reconstruir Castellón desde su pasado, a principios del siglo XV, es un desafío interesante.

A medida que avanzamos en la carrera literaria, buscamos nuevos retos. La novela histórica me ha dado precisamente eso. Durante mucho tiempo estuve encasillado en el realismo contemporáneo, y ahora de repente puedo escribir sobre batallas medievales, con lanzas y cabezas rodando por el campo de batalla.

¿Una liberación?

Mi modelo es alguien como el británico Ridley Scott, que un día hace una película de ciencia ficción, otro día una de gángsters y luego una histórica. Me gusta esa versatilidad. La literatura, al igual que el cine, tiene la capacidad de transportarnos a cualquier época y hacernos sentir parte de la historia. 

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