Primavera sonora en el Raval: el SONS Castelló vuelve a abrir ventanas

En tiempos de algoritmos y de playlists que empujan a la homogeneidad, hay lugares que todavía creen en el descubrimiento. El SONS Castelló —ese pequeño milagro sonoro que desde hace más de veinte años simboliza un punto de fuga para oídos inquietos— vuelve esta primavera con una programación que, sin aspavientos, recuerda por qué vale la pena seguir creyendo en la música como experiencia. No es exagerado decir que este ciclo, en plena capital de la Plana, funciona como un oasis: por su cuidada selección, por su sensibilidad, por su voluntad de conectar mundos. Porque el SONS no solo importa sonidos, también exporta escucha.

Y lo hace con tres nombres que no comparten nacionalidad, ni idioma, ni etiqueta, pero sí una misma pulsión: la de convertir lo íntimo en universal. El ciclo arranca este lunes, 28 de abril, con Dekker, continúa el 5 de mayo con el fascinante cruce de culturas que propone Mitsune, y cierra el 19 de mayo con la honestidad luminosa de Violeta Veinte. Tres conciertos, tres lunas, tres relatos musicales que rompen la lógica del ruido.

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Folk-pop sentimental

Brookln Dekker no necesita demasiados artificios. Le basta su voz –melódica, templada, como si acariciara cada palabra– y una forma muy suya de entender la composición como refugio. Conocido por ser la mitad del dúo Rue Royale, este proyecto en solitario es su escapatoria íntima: un espacio donde los ritmos se vuelven hipnóticos y las texturas, envolventes. En su último álbum, Future Ghosts (2024), el músico estadounidense da un paso más allá en la melancolía, pero sin renunciar a la luz.

Hay algo en su música que evoca el crepúsculo, ese instante en que no sabes si el día acaba o la noche empieza. Sus canciones son pequeñas cartas sin remitente, destinadas a quienes necesitan reconstruirse con belleza, como se podrá comprobar a partir de las 20.00 horas, en el Teatre del Raval.

Shamisen psicodélico

¿Qué pasa cuando la tradición no se venera, sino que se reinventa? La respuesta, probablemente, sea Mitsune. Formado en Berlín por las japonesas Youka Snell y Shiomi Kawaguchi, junto a Daigo Nakai y Petros Tzekos, este grupo es un viaje sensorial que mezcla el folclore nipón con psicodelia, jazz, visuales y un espíritu colectivo que lo convierte todo en ceremonia.

Es imposible no sentirse hipnotizado por su directo: los trajes, los timbres del shamisen que se cruzan con percusiones tribales y loops contemporáneos, las melodías que oscilan entre lo ritual y lo cinematográfico. Mitsune no solo actúa: convoca. Y lo hará el 5 de mayo, prometiendo al público de Castelló algo más que un concierto. Será un trance, una celebración de lo híbrido, lo femenino y lo ancestral hecho ahora.

La ternura como revolución

Cerrar un ciclo como el SONS exige una voz que no solo cante, sino que cuente. Violeta Díez, bajo su alias Violeta Veinte, ha conseguido, con tan solo unas cuantas canciones, situarse como una de las grandes promesas de la nueva canción de autora en España. Desde Segovia al alma de quien la escucha, su música es un entretejido de emociones reales, de historias pequeñas con peso universal. Jazz, pop, folk, soul e incluso aromas brasileños... Todo cabe en su coctelera de sensibilidad. Lo suyo es un diario abierto con forma de canción. Y en él caben todas las contradicciones: la dulzura con la fuerza, la nostalgia con la esperanza, el dolor con la celebración. 

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Como se demuestra en los últimos 20 años, el SONS no es solo un ciclo de conciertos. Es una actitud frente a la cultura. Su programación, siempre exquisita, es una apuesta por la curiosidad, por lo que no cabe en los márgenes del mainstream, por la conexión entre la escena local y la internacional, por lo emocional frente a lo espectacular. Una temporada más, el Teatre del Raval y la ciudad de Castelló se convierten en mucho más que un escenario: en un lugar donde el mundo se escucha de otra manera.