Entrevista
Javier Sierra: "El apagón es un material muy goloso para una novela"
Novelista de trazo misterioso, el Premio Planeta Javier Sierra se adentra en una nueva trama en la que el arte es un actor principal. La presentará el próximo 23 de mayo en el Centro Andaluz de las Letras

Javier Sierra (Teruel, 1971), en el Museo del Prado de Madrid. / Javier Ocaña
Jorge Dávila
En una escena anotada en las páginas de El Plan Maestro (Planeta) Javier Sierra (Teruel, 1971) imagina que un apagón deja desarmado el Museo del Prado. Desde luego, más puntería no se puede tener.
Todo el mundo habla de lo que la dirección del Prado le ha recordado en las últimas horas a través de un tuit...
... El apagón es un material muy goloso para una novela.
Sí que lo es.
Es la noticia del momento y, por tanto, un escenario más que posible para una historia de misterio. Este es el simulacro general de las catástrofes que nos vienen. Somos muy dependientes de algo tan frágil como es la electricidad y que se pierda puede colapsar la civilización.
Estaríamos hablando de una crisis con muchas escalas, ¿no?
Sí, desde lo más pequeño, como puede ser calentar un pequeño caldero con comida, a una crisis en la que se vean involucrados trenes y aviones... Ya hay gente que ha soñado este tipo de cosas.
Sí, lo normal es ponernos en lo peor.
A finales del siglo XIX una tormenta solar provocó lo que llamaron el evento Carrington [el astrónomo inglés Richard Carrington fue el primero en observar en 1859 el fenómeno de este tipo más potente que se ha registrado en la historia], un contratiempo que ocasionó que las líneas telegráficas de Canadá y Estados Unidos ardieran. Si un suceso de ese tipo ocurriera hoy nos dejaría sin memoria en los ordenadores, sin capacidad de suministro eléctrico y en una situación de caos parecida a la que hemos vivido en España en las últimas horas... Me «encanta», siempre entre comillas, que esto haya ocurrido porque alerta a los gobernantes de que hay que poner los medios necesarios para evitar un gran cataclismo.
¿A lo mejor el problema es que oímos la palabra 'guerra' y pensamos en un escenario más belicoso y hostil?
En geoestrategia llevamos hablando ya unos cuantos años del término guerra de baja intensidad. Esos conflictos no se cobran víctimas por balazos, pero sí de otra manera. Éste es uno de los escenarios que puede encajar como a anillo a un dedo después de que la Comisión Europea estuviera debatiendo la pasada semana si era conveniente o no reforzar los sistemas eléctricos ante eventuales ataques informáticos.
Fijemos el objetivo sobre ‘El Plan Maestro’.
Adelante.
Tenía ganas de volver a contar una historia de misterio.
Muchas, muchas ganas. El último libro que publiqué fue El mensaje de Pandora (2020), una novela de pandemia que casi no pude promocionar porque la covid nos encerró en casa... Sí, después de una crisis sanitaria tenía ganar de volver a la carretera a defender este proyecto como los viejos rockeros.
¿Se ha quedado a gusto?
Muy a gusto con el resultado de esta aventura literaria, pero espero seguir sumando vivencias.
Esta vez sí ha incluido Canarias en su hoja de ruta.
Me gustaría pisar el mayor territorio posible con la promoción de El Plan Maestro... Yo vine por primera vez a las Islas con 16 años invitado por Paco Padrón. Aquella experiencia en La Laguna la recuerdo como una especie de vuelo a la Atlántida; un viaje hacia un mundo misterioso que con el paso de los años se ha transformado en un largo idilio.
¿Qué hay entre estos capítulos?
Unas cuantas cosas pero, sobre todo, hay una gran pregunta que tiene que ver con el hecho de para qué el ser humano inventó el arte hace unos 70.000 años. Durante la búsqueda de estas respuestas me he encontrado con algunas posibilidades realmente fascinantes. El arte fue considerado en sus orígenes como una forma de señalar los puntos de intersección entre el más allá y el más acá.

Javier Sierra, en una imagen de archivo en el Centro Cultural Fundación Unicaja / La Opinión
Descifrar los códigos secretos de una obra de arte debe ser algo parecido a resolver un crimen.
Puede ser, pero necesitas a alguien que sepa interpretar el hecho artístico, es decir, el arte sin relato no es más que algo estético y superficial. Sin embargo, cuando te cruzas con al maestro descubres esas claves se transforma en una experiencia inmersiva.
¿Y usted encontró un maestro?
Yo tuve un encuentro con un señor misterioso en el Museo del Prado que me enseñó a leer tablas del Renacimiento. Eso ocurrió con 19 años, recién llegado a Madrid, y a partir de ese instante decidí convertir aquel cruce de caminos con la persona que me impulsó a interpretar el arte en un personaje de mis novelas. Esa línea de ficción arrancó hace 12 años con El maestro del Prado (2013) y ahora la he querido cerrar con El Plan Maestro.
Cierto, una vez leí que "dejar un final abierto casi le había supuesto un pecado mortal", ¿ya ha pasado por el confesionario para quitarse esa carga literaria?
[ríe] Digamos que me he redimido con una trama que tenía muchas ganas de contar. En este libro he querido generar empatía con el lector planteando una historia en la que soy uno de los protagonistas... Obviamente no soy el primer escritor que juega consigo mismo para intentar esa conexión, pero el Javier Sierra que transita por estas páginas es bastante osado a la hora de abordar unos episodios que son históricos y otras escenas que forman parte de la ciencia ficción. Eso me gusta porque es una provocación que creo el lector va a saber apreciar.
¿Le ha sorprendido el Javier Sierra que deambula entre renglones?
Se me ha rebelado [ja, ja, ja]. Esto es algo que, a veces, los personajes hacen y el Javier Sierra que aparece en estos capítulos no iba a ser menos. Este señor ha querido reivindicar su personalidad por encima de la mía... Es un juego que se parece mucho a las pinturas prehistóricas. En este caso, la membrana es el papel y aquí hay un Javier Sierra al otro lado del folio que se toma la historia por su cuenta.
Imagino su respuesta, pero le hago la pregunta igual; ¿usted no se ve haciendo otro tipo de literatura en la que no haya misterio?
¿Me está preguntando si me veo escribiendo otro tipo de libros? [Silencio]. No, no me imagino haciendo literatura erótica, romántica, política o novela negra.
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