Entrevista | Alba Ruiz Lafuente Artista

Alba Ruiz Lafuente: «Para mí el arte tiene una característica fundamental: la inutilidad»

La artista es una de las protagonistas de la presente edición del festival de fotografía de Castellón Imaginària

En la Llotja del Cànem de la capital expone su proyecto ‘Por el ocio de los insectos trabajadores’

Alba Ruiz Lafuente es una de las protagonistas de la presente edición del festival de fotografía Imaginària.

Alba Ruiz Lafuente es una de las protagonistas de la presente edición del festival de fotografía Imaginària. / Toni Losas

Eric Gras

Eric Gras

En Por el ocio de los insectos trabajadores, la artista Alba Ruiz Lafuente construye un mundo donde hormigas y otros diminutos trabajadores se entregan al descanso en spas, centros comerciales o parques de atracciones a su escala. El proyecto, presentado dentro del festival Imaginària en la Llotja del Cànem de Castelló, parte del humor para lanzar una crítica afilada a la lógica del ocio contemporáneo, convertido en extensión del trabajo y del consumo.

Con una mirada que combina lo lúdico y lo absurdo, Alba despliega su imaginario en escenarios fotográficos que beben del cine, la escultura y la escenografía. En esta entrevista hablamos con ella sobre el papel del humor como herramienta crítica, la influencia del juego infantil en su práctica artística, y la aparente inutilidad del arte como forma de resistencia. Porque a veces basta con imaginar un parque acuático para insectos para evidenciar el sinsentido —muy real— de ciertas arquitecturas humanas.

El proyecto que presentas en Imaginària, «imagina» un mundo donde los insectos disfrutan de su tiempo libre en arquitecturas de ocio inspiradas en las nuestras. ¿De dónde surge la necesidad o el deseo de trasladar estos espacios humanos a la escala del insecto?

Realmente, los insectos funcionan como excusa para hablar de nosotros mismos y la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno. Si te fijas, en ninguna de las arquitecturas que he construido aparecen nunca insectos (aparte del museo antropológico donde están disecados). Esto es porque desde su concepción, estas construcciones son absurdas e inútiles, y si alguna hormiga paseara por el parque de atracciones lo haría con la misma indiferencia que si caminara sobre una bolsa de basura tirada en el parque. La pregunta principal que yo me hago es ¿por qué parece más absurdo construir un spa para insectos que una pista de esquí en mitad del desierto para humanos? 

Alba Ruiz Lafuente posa ante la maqueta que ha realizado ex profeso para la exposición en la Llotja del Cànem.

Alba Ruiz Lafuente posa ante la maqueta que ha realizado ex profeso para la exposición en la Llotja del Cànem. / Toni Losas

La ironía atraviesa todo el proyecto, pero también hay una crítica muy clara al modelo de consumo y al uso del tiempo libre. ¿Qué papel juega el humor en tu trabajo como herramienta crítica?

Desde mi punto de vista, el humor es una herramienta muy poderosa para llamar la atención sobre algo que es tan evidente que hemos acabado por aceptar casi de forma inconsciente. Me interesa mucho esa risa nerviosa que surge de repente a partir de un entendimiento más profundo de lo que tienes delante. Ese «reír por no llorar». Además, creo que hay algo natural en mí que me hace especialmente sensible a reconocer el absurdo de la existencia en la vida cotidiana y a reproducirlo a través del humor. 

En tus imágenes hay un contraste entre lo absurdo y lo real: reconocemos centros comerciales, pero también hay una dimensión fantástica. ¿Cómo abordas ese equilibrio entre escenografía y verosimilitud en tus fotografías?

Me encanta la ciencia ficción. En especial los cuentos de J.G. Ballard donde describe mundos imaginarios pero, de alguna forma, no tan alejados de lo posible. Es en este punto medio donde intento pensar mis escenarios; utilizar elementos reconocibles, porque, al fin y al cabo, son obras hechas para los humanos, pero reorganizándolos de forma más lúdica y cambiando sus funciones originales (por ejemplo, las grapas que se transforman en una escalera mecánica en el Centro Comercial). 

Trabajas con fotografía, escultura y escenografía, pero siempre con una mirada que parece cuestionar lo cotidiano. ¿Cómo afecta tu experiencia como atrecista en el cine a tu práctica artística?

Desde que era pequeña construía «casas» dentro de casa donde pasaba horas metida, debajo de mesas, en cajas de cartón, con estructuras tapadas por toallas… Creo que lo que ha pasado es, simplemente, que no he dejado de jugar y por eso intento buscar trabajos que se acerquen a esos juegos ficticios que se enmarcan dentro de lo real. Así que la pregunta podría formularse al revés, ¿cómo afecta tu forma de jugar en la infancia a tu vida como adulta?

La artista se sirve de los insectos para hablar del ser humano y la forma en la que se relaciona con el entorno.

La artista se sirve de los insectos para hablar del ser humano y la forma en la que se relaciona con el entorno. / Toni Losas

En esta propuesta los insectos no solo trabajan, también consumen, descansan, se entretienen. ¿Es esta una forma de preguntarse por el futuro del ser humano desde una mirada diminuta, casi zoológica?

Más que preguntarse por el futuro, analiza el presente y lo traslada a otra especie para hacer más evidente esas ideas exageradas que tiene el ser humano en muchas ocasiones. Me hace gracia pensar que si los insectos dejaran de trabajar del todo para dedicarse exclusivamente al ocio en estos espacios, el ecosistema acabaría destruyéndose por completo. Al contrario, nuestra desaparición del planeta supondría su supervivencia. Algo que vimos de forma temporal en el COVID, los animales y la vegetación acercándose otra vez a las ciudades desiertas.

¿Qué te gustaría que el público se llevase tras visitar tu exposición en la Llotja del Cànem? ¿Risa, incomodidad, reflexión…?

El discurso del artista ante su propia obra no debería condicionar completamente la experiencia del público, ofreciéndole un único significado del trabajo. Me parece interesante ver cómo cada persona reacciona de forma diferente, algunos simplemente se ríen, otros se incomodan y a otros no les interesa en absoluto mi propuesta. Lo que sí me gustaría es que fueran a verla niños o jóvenes para que entiendan que el arte puede ser divertido y serio a la vez. A veces tenemos una concepción del arte como una actividad muy formal, con unas reglas específicas que implican que el artista, en su reflexión, no puede pasárselo bien. Los niños, cuando juegan, lo hacen con la máxima seriedad, por qué no íbamos a hacerlo los adultos. Además, para mí el arte tiene una característica fundamental: la inutilidad. Hacer algo inútil en la sociedad actual, basada principalmente en la productividad, es un acto de resistencia.

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