Entrevista | Julián Casanova Historiador y autor de 'Franco' (Crítica)
Julián Casanova, en Castelló: «Mi reto ha sido desmontar el mito de Franco con historia del siglo XXI»
El prestigioso profesor e investigador presenta el 18 de junio, a las 18.00 horas, su biografía del dictador en el IES Ribalta de Castelló en un acto organizado por la Cátedra de Historia y Memoria de la UJI y la librería Argot

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza. / Editorial Crítica
Cinco décadas después de la muerte del dictador, cuando el revisionismo vuelve a alzar la voz en medios y tribunas políticas, el historiador Julián Casanova firma una nueva biografía de Francisco Franco con una ambición tan pedagógica como política: actualizar el conocimiento histórico para las nuevas generaciones.
Lejos de la hagiografía o la demonización, Franco (Crítica, 2025) es el fruto de más de cuarenta años de investigación, una obra que rastrea el ascenso y consolidación del Caudillo a través de fuentes primarias, documentos recientemente desclasificados y una mirada comparada con otros regímenes del siglo XX. Casanova rehúye el adjetivo fácil y apuesta por una narración coral donde los personajes —desde la familia hasta los círculos de poder, los vencedores y los vencidos— orbitan alrededor del protagonista.
En esta entrevista, repasa los mitos que la dictadura alimentó, el papel de la Iglesia, la responsabilidad de los historiadores ante el auge de la ultraderecha, y las claves para enseñar la historia sin caer en la propaganda.
Su biografía de Francisco Franco llega justo en el 50º aniversario de la muerte del dictador. ¿Qué le impulsó a escribir ahora este retrato «definitivo» y en qué se diferencia de anteriores aproximaciones, como las de Preston o Payne?
Es la culminación de cuatro décadas de investigación sobre el siglo XX español y europeo. Y lo hago con la biografía del dictador que marcó la vida de millones de personas en España. El primer reto era compilar todos los principales estudios sobre Franco y su dictadura, poner orden a decenas de análisis, aproximaciones biográficas, interpretaciones. El segundo, buscar un hilo conductor diferente, con fuentes diversas, situar a Franco en el mundo que le rodeó, que fue la historia del siglo XX mundial, primero con la notable influencia de los fascismos y después con la protección y apoyo de Estados Unidos. El tercer reto fue buscar una nueva forma de narrar, adentrarse en la biografía desde la era digital, para una nueva generación de lectores, conectando también con todos los lectores de historia y de mis libros anteriores.

Julián Casanova presenta en Castelló su biografía sobre el dictador español Francisco Franco cuando se cumplen 50 años de su muerte. / Editorial Crítica
Define el libro como «una biografía pensada para los lectores y lectoras del siglo XXI». ¿Qué recursos narrativos o didácticos ha empleado para conectar con una generación que, como usted ha advertido, a veces equipara dictadura y democracia?
Esa fue mi mayor ambición, una narración sin adjetivos, donde hablan los personajes a través de las fuentes, en la que yo intervengo solo para colocarlos en los diferentes escenarios y lugares por donde se mueven: desde África a la agonía final del dictador, pasando por los años más violentos, de golpe de Estado, guerra civil y fascismos. Y los personajes son muchos: la familia, la urdimbre y trama del poder, los vencedores y vencidos, siempre con Franco como protagonista.
«Franco fue un dictador todopoderoso en el interior y dependiente en el exterior»
En alguna ocasión ha afirmado que «todo lo bueno que hizo Franco lo hicieron las democracias sin tortura ni pena de muerte». ¿Cuáles son los mitos positivos que más le interesaba desmontar y qué evidencias utiliza para rebatirlos?
Los mitos fundamentales en los que trabajó el propio Franco, quien reinventó su historia, y se consolidaron a través de la propaganda política, en escuelas y en cada punto de la geografía española, fueron que él salvó a España del comunismo (cuando llegó al poder a sangre y fuego y así se mantuvo durante años); que no tenía que ver nada con la represión (no le quedaba más remedio); con la corrupción (generalizada en la dictadura, con decenas de miles de personas trabajando «en la dirección del Caudillo»); que libró a España de entrar en la Segunda Guerra Mundial (intentó sentarse en la mesa de Hitler y Mussolini, pero no pudo); que tras años de hambre y miseria (necesaria, como un castigo y sufrimiento necesario para el pueblo español), llevó a España a cotas altísimas de desarrollo (lo cual se produjo con costes sociales importantes que siempre se ocultaron). Y el último mito, tras su muerte, que él preparó la transición a la democracia, un uso político del pasado muy común en los últimos años entre círculos mediáticos y propagandísticos de la derecha y de la ultraderecha. Demasiados mitos, que pueden cuestionarse solo a través de la indagación fiel en las fuentes, a través de la historia comparada y de una historia caleidoscópica que tenga en cuentas los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales.

'Franco'
Autor: Julián Casanova
Editorial: Crítica
528 páginas; 22,90 euros
Su libro describe a un caudillo sin un programa ideológico coherente pero capaz de mantenerse 40 años en el poder. ¿Qué peso atribuye a sus rasgos personales frente a las circunstancias internacionales —Hitler, Mussolini, la Guerra Fría— en esa longevidad?
Franco fue un dictador todopoderoso en el interior, consecuencia de su victoria en un guerra civil que dejó dividida a España entre vencedores y vencidos; y dependiente en el exterior, porque dominó un país de segunda fila entre las potencias internacionales, primero fascistas y después democráticas, pero ante las que supo relacionarse, arrodillarse y defender también sus intereses..
Ha trabajado con «decenas de testimonios, libros y documentos». ¿Podría mencionar alguna fuente inédita o poco explorada que haya cambiado su visión sobre Franco?
La información procede de los documentos desclasificados en los últimos años y de filtraciones de wikileaks. La parte final de la dictadura, que coincidió con la caída de la dictadura de Portugal y de la de los coroneles en Grecia, adquiere un espacio importante en mi narración, más allá de las páginas generales sobre la agonía final que dedicaban la mayoría de los autores. Y he revisado la relación de Franco con su familia y algunos de los círculos de poder más próximos a él, comenzando por Carrero Blanco, un personaje que no estuvo en África, no luchó en la guerra civil, no tenía amistad con Franco y se convirtió en poderoso, el único franquista doscientos por cien.
La Iglesia aparece de nuevo como pilar del régimen. ¿Qué novedades aporta esta biografía respecto a lo que ya investigó en la Iglesia de Franco?
Reviso argumentos, pongo en contexto el papel de la Iglesia más en relación con Franco que con su dictadura, le doy más importancia a su evolución desde los años sesenta y a la disidencia, consecuencia de una importante transformación en el clero y en algunos círculos cristianos, que Franco y Carrero vieron como una traición.
Publica ‘Franco’ cuando la ultraderecha reivindica de nuevo la dictadura. ¿Qué responsabilidades tiene la historiografía para contrarrestar la propaganda y la desinformación en el debate público?
Archivos, conocimiento, enseñanza. Sin archivos y erudición no hay historia, pero hay que saber difundir los conocimientos con precisión, desde los centros de Secundaria a los medios de comunicación y las nuevas redes sociales. Una cosa es la opinión, el uso político, y otra muy diferente el conocimiento basado en las fuentes primarias y en la historiografía, en las enseñanzas de los historiadores que conocen las normas básicas del oficio.
Ha expresado su deseo de que el libro se lea en los institutos «para diferenciar entre Historia y propaganda». ¿Cómo imagina su uso en las aulas y qué sugeriría al profesorado para trabajarlo con estudiantes?
Me he aproximado ya con algunos de mis libros anteriores a esas aulas, he difundido mis enseñanzas por las nuevas redes sociales, he estimulado a los historiadores que enseñan en los centros de secundarias a viajar en sus clases a través de la historia comparada, de las fuentes literarias, audiovisuales, de las que proceden de historiadores que están transformando las maneras de aproximarse al pasado. Lo cual no quiere decir que todo eso sea un dique frente a la propaganda, la simplificación, los bulos, las mentiras... Pero hay que seguir intentándolo, aprender a simplificar lo complejo, en las clases y en los escritos.
Como miembro del comité asesor para los actos del 50º aniversario, ¿qué balance hace de esas conmemoraciones y qué vacíos persisten en nuestra memoria colectiva sobre el franquismo?
El siglo XX ha ido entrando de forma gradual en las aulas, no solo el español, sino el europeo y el de otras latitudes y continentes. Las memorias son importantes, aunque se manifiesten divididas y fragmentadas, pero las conmemoraciones no tienen que servir para mayor gloria del poder, sino para recordar lo que otros quieren olvidar, sacar los pasados ocultos e infames y limitar los discursos que solo se centran en las glorias nacionales y patrióticas.
«Sin archivos y erudición no hay historia, pero hay que saber difundir los conocimientos con precisión, desde los centros de Secundaria a los medios de comunicación y las nuevas redes sociales»
Después de este retrato biográfico, ¿qué temas o periodos del franquismo considera todavía pendientes de un estudio a fondo, quizá por falta de fuentes o de una mirada renovada?
Necesitamos más historia comparada, más historiadores que conecten con otras historiografías, y no solo con la occidental. La dictadura de Franco comenzó en los años treinta y acabó a mediados de los años setenta, y hay que estudiarla en ese largo plazo, con sus persistencias y cambios de rumbo.
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