En Sevilla se habla de fútbol o de toros. Como de fútbol se vió poco, mejor será hablar de toros. La tarde de ayer me dejó un regusto malo, como el que dejan esos toreros que tienen mucho arte pero también mucho miedo. Toreros que al mínimo contratiempo, o si el toro aprieta, dejan en el tendido una sensación de que ni quieren ni pueden, dedicándose a pegar capotazos sin arrimarse, como si dejaran pasar el tiempo y el miedo.

En los toros, como en el fútbol, del arte sólo viven cuatro. El resto está obligado a jugársela cada tarde, a arrimarse a los pitones y a partirse la cara ante el toro. No digo que los nuestros no quieran pero cuando el arte no sale hay que poner lo otro. Curros Romeros hay pocos, y si el resto de figuras se arriman, los nuestros deben dar como mínimo la sensación de jugarse la vida en cada toro, y yo esa sensación no la tengo. Así que, pitos y abucheos en una tarde gris, sin duende y sin valentía.