La muerte del kazajo Andrei Kivilev tras sufrir una grave caída en la segunda etapa de la París Niza ha desatado una ola de tristeza y desesperación en el pelotón mundial, que llora la desgracia a la vez que reabre el debate sobre la necesidad de llevar el casco protector.

Kivilev, padre de un hijo, Leonardo, que nació el pasado mes de septiembre, murió hoy a los 29 años cerca de su casa y ante los ojos de sus familiares, a quienes quería dedicar una victoria. Iba a afrontar el ascenso de un puerto a 35 kms de meta y en las maniobras de aproximación a la cabeza cayó al suelo con un fuerte golpe en la cabeza.

Ese golpe, en principio con esperanzas de salvación, se complicó hasta terminar de la peor forma a primeras horas de la mañana del fatídico 12 de marzo. El ciclismo mundial reaccionó con inmensa pena a la muerte de un corredor muy apreciado.

El español Daniel Atienza, compañero de Kivilev en Cofidis, recibió la noticia como un mazazo: "Estamos todos destrozados. Me llamaron esta mañana para darme la noticia y se me vino el mundo encima. Dan ganas de no subirse más a una bicicleta y ahora no se que hago aquí", dijo Atienza, quien va a competir en la Tirreno Adriático.

Los corredores participantes en la París Niza, muy emocionados, decidieron tomar la salida de la tercera etapa entre Puy en Velay y Pont du Gard, pero no la disputaron, y el Cofidis entró al completo en línea de meta.