Hay que ser valiente, desde luego, para tirarse 22 horas caminando durante dos días a lo largo de 100 kilómetros, y más aún sin conocer la ruta por la que caminar y apoyándose en una brújula y en la orientación.

Esa locura para los humanos de a pie es un pasatiempo para los 30 valientes provinciales que acudieron a la I Marcha de Montaña Castellón-Morella, organizada por el Club de Montaña El Piolet.

Sin una ruta trazada y ninguna marca en el camino, el madrugón para los participantes fue de escándalo. A las 6.30 horas, mochila en las espalda, los expedicionarios partían desde la capital de La Plana hasta Vilar de Canes, donde terminaba la primera etapa: 50 kilómetros de recorrido y 12 horas justas de caminata.

"Es duro, porque castigas mucho las piernas y te debes centrar en la orientación para elegir el camino correcto, ya que equivocarte te lleva a perder un tiempo precioso que acaban pagando tus propias piernas", explica Antonio Fernández, presidente del Club de Montaña El Piolet.

En Vilar de Canes, ducha, cervecita y cena de hermandad... y a dormir. La segunda etapa, más de lo mismo. Eso sí, de Vilar de Canes a Morella sólo tardaron 10 horas caminando. Casi nada. "Ampollas, cansancio... pero el esfuerzo valió la pena", dice Fernández. Cierto. Ni falta hace que lo diga.