Que el Castellón que se vio ayer en Castalia dista mucho de ser aquel equipo que encandilaba, sin ir más lejos en el último partido de casa, es un hecho. Sin embargo, en la grada denoté algunos semblantes que más tienen que ver con un pesimismo desmedido que con la realidad de un equipo que, si bien está atravesando un pequeño y lógico bache de juego, no debemos olvidar que será campeón de grupo con una autoridad insultante.

Me preocuparía el hecho de que el Castellón no corriera, que se vieran jugadores desfondados, sin capacidad de reacción. Pero éste no es el caso. Físicamente no se ven lagunas --ayer José Luis Oltra recordó que las analíticas así lo confirman--, así que esto puede tratarse tan sólo de una patología de inspiración. No veamos fantasmas donde no los hay. Creo que este Castellón se ha ganado el crédito a pulso, y un par de derrotas, en un par de malos días, y un empate en casa ante el Burgos, recordemos, el segundo menos goleado del grupo, no debe poner en duda la capacidad. ¿Se merece o no este equipo nuestra confianza?