Para los altos, para los bajos. Para los rubios, para los morenos. Para los nerviosos, para los tranquilos. Para los hombres, para las mujeres. Para los optimistas, para los pesimistas. Para los feos, para los guapos. Para las niñas, para los niños. Para los jóvenes, para los viejos. Para los gordos, para los flacos. Para los que estaban y para los que no estaban. Para los que lo sienten y para los que no. Para los que creían y para los que no lo hacían, para todos ellos es esta victoria en Mestalla. Y digo para los que creían porque yo no lo hacía. Yo era de los que el sábado juraba en hebreo y veía las cosas negras, negras, negras. Pero digo que lo merecemos, porque sobre todo lo merecen todos aquellos que desde hace tres semanas vienen sufriendo. Otra vez el fútbol vuelve a sorprenderme... y de qué manera. Sólo me quedan dos cosas por decir. Una, y lo digo porque lo dije ayer: que le den a Schopenhauer. Diga lo que diga, siempre hay una esperanza. La otra es sólo una pregunta. ¿Y eso de ayer no sabían hacerlo antes y nos habríamos ahorrado así tanto sufrimiento? Para acabar, qué mejor manera de hacerlo que diciendo aquello de "xé que b², xé que b², xé que b²...".