El Deportivo sufrió un merecido castigo por la incomprensible desidia con la que encaró un partido que, además de suponer un duelo gallego, significaba su continuidad como candidato al título de Liga en caso de obtener la victoria.

La primera parte fue horrenda, de lo peor que se puede ver en un campo de fútbol. La reanudación no auguraba nada mucho mejor para el sufrido público, pero el Celta tuvo la suficiente dosis de fuerza, inyectada por la voluntad de Juanfran en sus internadas por la banda y el trabajo incansable de Giovanella. Las ganas del rival fueron aval suficiente para infligir al conjunto de Irureta una humillación de la que se hicieron merecedores porque la meta de Cavallero apenas se vio en peligro. Pese a todo, el camino del Celta no estuvo claro hasta que Juanfran culminó una de sus voluntariosas cabalgadas con un centro que el sevillano Jesuli cazó en pleno vuelo con un cabezazo inapelable para Molina.

El segundo tanto llegó tras un centro medido de Mostovoi que Edu cabeceó de forma contundente. Al final, los célticos pudieron vivir una fiesta de fútbol con el tercer gol de Edu, después de varias jornadas decepcionantes en casa con pobres empates. Para más inri, Makaay falló una pena máxima en el tramo final.