El C.D. Castellón se ha convertido en un fenómeno social que ha llegado incluso a eclipsar en las últimas semanas a las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo, en la capital de la provincia. Su programa electoral se basa en algo que une a los diferentes estratos de la sociedad sin argumentos para la controversia: el sentimiento.

Hacía mucho tiempo que no observaba una aureola tan positiva de fervor alrededor de los colores albinegros como la que he podido palpar en las fechas previas al comienzo de la liguilla de ascenso. Era un espectáculo ver los aledaños del estadio Castalia dos horas antes del comienzo del encuentro ante el Barakaldo el pasado viernes. Banderas, camisetas albinegras, caras pintadas con los colores blanco y negro, decenas de jóvenes reunidos pacíficamente en terrazas y plazas, en resumen, una fiesta montada con el Castellón como epicentro.

El sufrido y trabajado triunfo del pasado viernes sirvió para subir el primer escalón, pero todavía quedan unos cuantos más. Castalia se va a llenar en los dos encuentros que le quedan al Castellón como local. De eso estoy seguro, pese al grave error del club con los precios de las entradas para la fase de ascenso. Desde que salieron a la luz, las quejas han sido constantes por lo que los aficionados consideran un abuso sin justificación posible, más cuando los tres partidos serán ofrecidos por Canal 9. Pero ni tan siquiera ese fallo de márketing impedirá que el sentimiento albinegro llene Castalia y la afición se desplace masivamente a Murcia y Barakaldo. La familia albinegra de Chencho no fallará.