El pasado sábado, nuestro jefe de la sección de deportes, José Luis Lizarraga, puso sobre el papel de este periódico las cuentas del C.D. Castellón. Una entidad que ahora sólo debe 1.200.000 euros (200 millones de pesetas) y, por tanto, es una auténtica perita en dulce para cualquier comprador.

Dicho esto, la sombra de cualquier mano forastera vuelve a planear sobre Castalia. Es más, tiene nombres y apellidos: Paco Roig. El que fuera presidente del Valencia, no sólo quiere recuperar el poder en Mestalla, sino que también parece dispuesto a controlar el Hércules y el C.D. Castellón.

No tengo nada contra el señor Roig, aunque no me gustaban muchas de sus formas cuando presidía el Valencia CF, pero de entrada prefiero que nuestro club esté en manos de gente de aquí, que haya mamado albinegrismo.

El compañero y excelente profesional Vicente Cornelles, se encarga de recordarnos cada martes que el Castellón es algo más que un equipo de fútbol para esta ciudad y su provincia. La afición, pese a las 10 temporadas en Segunda B, ha recuperado la ilusión por el fútbol. En Castalia se vive un excelente ambiente. Así que ya estamos bien como estamos, o en caso de que Antonio Bonet se encuentre cansado, el relevo tendría llegar siempre con apellido castellonense. No hay color.

Y si Paco Roig lo que realmente busca son las acciones que Bonet tiene del Valencia, que no mezcle la gimnasia con la magnesia. No sé para él, pero para nosotros, como queda escrito, el Castellón es mucho más que un club.