La actuación de Medina Cantalejo sirve como claro ejemplo de prevaricación arbitral. Lo peor de todo es que el delantero y el Villarreal saldrán mal parados. Vaya por delante, que la provocación no justifica para nada la reacción del futbolista, pero si que le atenúa sobre todo después de una desconsideración como la de Medina Cantalejo. Es la palabra del árbitro contra la del futbolista. Recuerdo un antecedente cercano en el que los comités resolvieron a favor del jugador y demostraron la mentira del colegiado. Los protagonistas eran Puentes Leira y Darío Silva en un Sevilla-Valladolid. Las imágenes y el sonido de Canal Sur evidenciaron que el delantero no había insultado al árbitro y sólo había proferido una exclamación malsonante. No existen pruebas videográficas claras en este caso. Sólo un careo podría hacer justicia y lograr que la verdad no salga sólo a medias y se convierta en mentira.