Aplaudidas por su originalidad, algunas celebraciones novedosas han devenido en polémicas. Así, la bota convertida en teléfono por Marioni, en su etapa en el Tenerife, provocó risas en la grada. Menos aplaudidas fueron las de Leandro y Fowler. El delantero valencianista celebró uno de sus pocos tantos como che emulando a un perro que orinaba en uno de los banderines de córner. El inglés, por su parte, simuló que esnifaba una de las rayas de cal del campo... y las críticas arreciaron. Las botifarras de los culés Urruti, Schuster y Giovanni no se quedan atrás.