Al ahora entrenador del Girona se le da francamente bien Castalia. En sus últimas visitas, hace más de una década y como jugador del Logroñés y el Compostela --imposible olvidar el encuentro que significó el descenso a Segunda B, en junio de 1994--, Agustín Abadía amargó la tarde a los albinegros, al igual que sucedió ayer.