Como diría Fernando Roig, el Villarreal volverá a estar otro año en el bombo del sorteo de 1ª División. Siempre he mantenido que ese, y no otro, es el primer objetivo a cumplir cada temporada. El primero y el más importante. La mano derecha del presidente, José Manuel Llaneza, siempre defiende la teoría de que al Villarreal le cuesta mucho más que al resto alcanzar la misma meta. Por ello, el consejero delegado sostiene que la permanencia le supone a su club un mayor esfuerzo costoso que a otro competidor.

No le falta razón a Llaneza. Para cualquier medio de comunicación nacional siempre es más noticia que en la ciudad donde va a jugar --por citar un ejemplo significativo-- el Real Madrid haya nevado, que el entrenador del Villarreal presente su dimisión. Y como el apuntado les podrían enumerar mil y uno más.

El triunfo ante el Albacete fue mucho menos brillante que el del pasado jueves ante el Roma pero, respetando todas las opiniones, bastante más importante para el futuro del Villarreal. Ayer, se selló de forma virtual la permanencia en Primera División. La próxima temporada el Submarino disputará su quinta campaña consecutiva en la mejor Liga del mundo. Histórico.

Y ahora ya se puede pensar, sin volverse locos, en luchar por una de las dos plazas que otorgan derecho a disputar la Copa de la UEFA sin pasar por el trámite de la Intertoto. Es el momento de sufrir, pero de una manera diferente, menos traumática. Athletic, Atlético de Madrid, Osasuna, Sevilla, Betis, Málaga e, incluso, Racing pugnarán con el Villarreal.

De paso, también podremos disfrutar con más tranquilidad del partido de vuelta en Roma, y ojalá también de una nueva eliminatoria de cuartos de final de la UEFA.

Si hace unos días, censuraba abiertamente a las estrellas del equipo por su apatía a la hora de tirar del carro, ahora tengo que alabar el papel de futbolistas como Román, Anderson, Roger o Coloccini, por citar a varios de los cracks amarillos, por su papel decisivo en las dos últimas victorias ante el Roma y el Albacete. La calidad individual de todos ellos ha marcado decisivamente las diferencias.

No quiero acabar estas líneas sin mencionar a Paquito, por quien profeso una profunda admiración y respeto que va más allá de su faceta como entrenador. Una vez más, ha sabido cumplir de forma ejemplar su papel. Como siempre, permaneciendo en un segundo plano, muy lejos de los focos y siendo fiel a sus ideas. Todos tenemos que aprender un poco de su forma de ser, de actuar, de pensar y de comportarse.