¿Qué perfil de entrenador es el idóneo para el Villarreal? En pleno periodo de transición, ésa es la interrogante que todavía no posee respuesta para Fernando Roig. A pesar de que la inestabilidad en el banquillo amarillo pueda transmitir que al presidente le cuesta poco activar la guillotina, la realidad es diametralmente distinta. Roig es un hombre para quien la fidelidad y la continuidad en el trabajo son premisas fundamentales en su manera de actuar.

No recuerdo un presidente que defendiera con tanta fe a Víctor Muñoz como Roig en su momento. Con Floro, tres cuartos de lo mismo. El entrenador dimitió pero su continuidad estaba garantizada. Ambos no contaban con el cariño de la gente y los eran dos excelentes profesionales. El miércoles, en el Lluís Companys de Barcelona durante la final de Copa, disfruté con locura del fútbol del Zaragoza, igual que hace tres años lo hacía en el Madrigal, en el primer año de Víctor. Además, era un gran hombre de club y se entendía a la perfección con Roig. Con el vilipendiado Floro, el Villarreal ganó la Intertoto y se codeó con la nobleza española y europea. Ninguno era bueno. Caparrós, un dios en Sevilla, lo pasó todavía mucho peor que sus predecesores.

¿Por qué se queman en Vila-real los buenos entrenadores? Yo no lo entiendo. Roig tampoco. Hay que reflexionar.