Su caminar por cualquier rincón del hotel Torremirona Resorts siempre despierta un perceptible murmullo. Sus espectaculares goles en la Liga española le han transferido esa cuota de popular que acompaña a los vips, agigantada cuando estamos hablando de un punto de L´Alt Empord que es un vigoroso núcleo del sentimiento culé. "Anda, si es Sonny Anderson. ¿Recuerdas, el que jugaba en el Bar§a?", le chismorreaba un hombre de negocios de Barcelona a un industrial tarragonense cuando ambos se disponían a emular a Severiano Ballesteros en el campo de golf anexo.

Sonny esboza su limpia sonrisa, que nunca le abandona. No tiene ningún motivo para que se apague. No en vano, el Anderson que siempre estaba entre algodones y que apenas se ejercitaba con el resto del equipo, ha pasado a mejor vida. Por lo menos en esta pretemporada. "No me molesta la rodilla y estoy entrenando muy fuerte con el resto del grupo. Físicamente me encuentro mucho mejor que el año pasado", aseguraba Anderson, quien confirmaba con sus palabras lo que se puede observar en el día a día del Villarreal en Navata.

Sonny está en el camino de cumplir los 34 años de edad, pero todavía cree que su rodilla aguantará las embestidas de la exigente competición, como mínimo, un par de años más. "Si termino la Liga como el año pasado, seguiré jugando. Mientras tenga ilusión...", asevera.

Un semifinalista de la UEFA es, sin duda, un favorito para ganar la Intertoto, algo que preocupa al delantero brasileño. "Es un error que se piense que vamos a ganar la Intertoto con la gorra. Todo el mundo conoce ahora al Villarreal y nos van a esperar. Ahora nos resultará más complicado sorprender a los rivales", advierte. "El primer partido nos llega muy pronto y el Odense es un conjunto muy cualificado. En la vuelta estaremos más en forma", asegura.

En el Villarreal se habla de la llegada de un refuerzo para el ataque, algo que Sonny no considera prioritario: "Con los delanteros que había el año pasado, hemos realizado una temporada muy notable y se marcaron muchos goles, pero es algo que el club tiene que decidir".

Un niño se le acerca y le enseña un bolígrafo y una hoja de papel. Sonny le acaricia la cabeza, sonríe y le firma una dedicatoria con la rúbrica del Pistolero. Y es que todavía le quedan muchas balas en el cargador.