El estadounidense Lance Armstrong volvió a vestirse ayer de amarillo en el Tour de Francia después del recital de su equipo, el US Postal, en la contrarreloj de la cuarta etapa de la ronda gala, de 64,5 kilómetros.

El vuelo rasante del conjunto norteamericano sobre un asfalto mojado y peligroso llevó a su líder al frente de la general, tal y como estaba previsto. El conjunto dirigido por Johan Bruyneel repitió la victoria de 2003 con un bloque que funcionó como una máquina. Así, si en la jornada anterior destrozaron a Iban Mayo en el pavés del norte en un gran despliegue táctico, en la cronometrada, los hombres de azul funcionaron sin fisuras a alta velocidad. Fue un desafío al mal tiempo, pero calculado.

El grupo llevó una evolución de menos a más que les permitió vencer con autoridad: 1.07 minutos de renta respecto al Phonak de Hamilton y Sevilla; 1.15 sobre el Illes Balears de Mancebo; y 1.19 al T-Mobile de Ullrich, equipos que le precedieron. Sin embargo, estos tiempos al final fueron ficticios, ya que por el cambio reglamentario, el segundo clasificado perdió únicamente 20 segundos, 30 el tercero, y así sucesivamente hasta un máximo de tres minutos. De no ser por ello, Armstrong habría dado un paso de gigante hacia su sexto Tour de Francia.