Otra final de la Intertoto con color amarillo. Y van tres de forma consecutiva. El Villarreal volvió a mostrar una superioridad casi insultante sobre el Hamburgo. El equipo de Pellegrini bailó y ridiculizó a los alemanes, en esta ocasión ante su afición. Y lo hizo con tanta solvencia que invita al optimismo. Incluso el nivel mostrado deja en evidencia a aquellos que reclaman refuerzos para el Villarreal. Sólo resta el refrendo, para convencer a los escépticos, de todo lo bueno apuntado en las tres primeras rondas de la Intertoto ante un rival de la Liga española. El Atlético de Madrid será un buen examen para esta nueva versión del Submarino atómico.

TEMOR El Villarreal se presentaba en el majestuoso AOL Arena de Hamburgo con cierto temor. La escasa renta que suponía el solitario gol de Anderson, unido a las tres ausencias importantes que presentaba, sin contar la de Riquelme, aconsejaban prudencia y transmitían cierta sensación de inseguridad.

Respecto a las bajas, el Villarreal sólo echó de menos la eficacia goleadora de Sonny. Su figura estuvo presente en la mente de todos cada vez que el equipo amarillo desperdiciaba una clara oportunidad para marcar. Por lo demás, el Villarreal no notó en absoluto las ausencias. Es más, ofreció su partido más completo en la actual Intertoto. Y lo hizo ante un rival que nada tuvo que ver con el que se vio en el Madrigal, espoleado por el ambiente que emanaba desde la grada.

Gonzalo Rodríguez apuntó rapidez, agresividad, dominio del juego aéreo, buena colocación y otras cualidades similares que siempre se agradecen en un defensa central. Mención aparte para Marcos Senna, que exhibió un amplio abanico de recursos técnicos. Perfecto en el aspecto táctico, con detalles de calidad exquisitos entre los que destaca su gran visión de juego, su potente tiro a puerta...

Hamburgo significó también el bautismo de fuego para Cazorla, quien mostró un desparpajo y un descaro inusuales en un chaval que viene de 3ª División.

El Villarreal arrolló todavía con más claridad que en el Madrigal al Hamburgo, que tuvo que recurrir a la violencia para frenar el vendaval amarillo. Y para ello dispuso de la colaboración arbitral. El Submarino, también igual que en Vila-real, derrochó un sinfín de ocasiones. Parecía que se comportaba con cierta arrogancia cuando encaraba la meta rival, como siendo conscientes de que las diferencias entre ambos equipos eran tan grandes que se podía esperar hasta el final para conseguir el billete a la final. Y así fue.

A 22 minutos del final, José Mari acabó de un potente tiro desde la frontal del área con la intranquilidad, que no por el juego, pero sí por el marcador, transmitía el partido para el Villarreal. El segundo sueño de la UEFA está más cerca.