Su motivación es doble. Persigue una medalla olímpica que, de paso, borre el mal sabor de boca que le dejó su debut en unos Juegos Olímpicos. Salvador Meliá acudirá a la cita de Atenas con el objetivo de subir al podio --algo factible, tediendo en cuenta la plata del reciente Mundial--, ese que se le escapó hace cuatro años en Sydney. Allí, en las antípodas, el ciclista de La Vall cometió un error y España finalizó en novena posición.

Y es que en una especialidad como la velocidad olímpica, no hay margen de error. El trío de ciclistas debe completar las tres vueltas al velódromo en menos de 45 segundos para optar a la gloria y la maquinaria debe funcionar a la perfección. En caso contrario... "Fue por mi culpa. Tuve un fallo en la bici y desequilibré al equipo", recuerda Meliá. José Antonio Escuredo y José Antonio Villanueva, sus compañeros de equipo, poco pudieron hacer por remontar.

CARRERA ´CIENTÍFICA´ Y es que ésta en una disciplina en la que el ganador se decide por milésimas. La velocidad olímpica es una prueba explosiva en la que cada ciclista debe dar el máximo en un corto intervalo de tiempo. Y él es el encargado de abrir la veda. "La salida es muy importante, por eso practicamos mucho sobre el starter, explica el valldeuxense, que realiza una media de 30 arrancadas en cada uno de los entrenamientos que lleva a cabo en el velódromo Lluís Puig de Valencia.

EQUIPO COMPENETRADO La terna española se conoce a la perfección, y los resultados se han visto esta misma temporada, en la que España obtuvo la plata en el Mundial. Por eso las opciones son máximas, pero la igualdad también. "Debemos estar entre el primer y el sexto puesto", valora, inicialmente, Meliá. "Y si las cosas nos salen muy bien, entre los tres primeros", añade.

Si así ocurre, la espina permanecerá junto al Partenón... por siempre.