El Villarreal le dio un auténtico baño de fútbol al Real Madrid, al que le faltó el aditivo del gol. El equipo merengue se escapó vivo, una vez más, de El Madrigal. El gafe blanco agrandó su leyenda en Vila-real y consiguió captar un buen número de adeptos para el bando de los que creen en las supersticiones y que, hasta ayer, rechazaban aquello del mal fario, la suerte esquiva o similares. La falta de acierto cara al gol, una historia que se está repitiendo demasiado esta temporada, privó al Submarino de un triunfo ganado a pulso por juego, ocasiones, entrega, actitud...

Si el fútbol se disputase con las reglas del boxeo, el Villarreal habría sumado ayer tres puntos, pero este deporte solamente premia al equipo que más goles marca y no hace otras distinciones. Y el conjunto de Pellegrini continúa negado en la pegada y de ello se resiente su cuenta de puntos en la clasificación.

EL MADRID, DESBORDADO El Villarreal borró al Madrid en la segunda mitad. Román, en un gran estado de forma, estuvo omnipresente y se convirtió en el catalizador de la reacción en cadena de buen fútbol que arrolló a los galácticos, un término demasiado exagerado para un equipo que vive sólo del nombre de sus futbolistas y de su gloria. Los números no engañan. El Villarreal contabilizó hasta un 56% de posesión de balón, sacó 12 saques de esquina por uno de su oponente y dispuso de más de una decena de oportunidades de gol. Eso sí, cero por ciento de acierto. Y eso es lo que vale al final del combate, por lo menos, en fútbol.

Pellegrini sorprendió más por la nueva distribución táctica que por la composición del once inicial. En segundo plano quedó la formación titular en la que destacaba la presencia de un dúo atacante, inédito hasta la fecha, formado por Figueroa y Guayre, así como la ubicación de Román, en un rombo inusual hasta la visita del Madrid, en el centro del campo, con Sorín y Cazorla en las bandas. Pero la gran sorpresa fue la distribución del rey (Román), y la reina y el alfil (Pellegrini y Guayre), así como el espacio que ocuparon las dos torres en los flancos (Sorín y Cazorla).

Román demostró que si se le concede libertad, es uno de los mejores jugadores del mundo en su posición. Mientras, Figueroa demostró que, cuando esté más acoplado a su nuevo equipo, es un verdadero cazagoles.

El Villarreal se movió ante el Real Madrid con el sistema más ofensivo, a priori, que ha utilizado Pellegrini en su periplo amarillo. El 4-3-1-2, con Román como vértice superior del rombo, apoyado en unas bandas, que en esta ocasión sí que eran reales, por Sorín y Santi Cazorla, dos jugadores de estilo diferente a Román, cuando éste actuaba en esa teórica demarcación.

FIGUEROA, HOMBRE DE ÁREA Y arriba, un hombre de área como Lucho Figueroa, que demostró que su hábitat se encuentra en los 16.50 metros de la zona de finalización, al lado de un Guayre muy rápido y bullicioso.

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