Salgo del Madrigal con un sabor agridulce. Agrio porque el Madrid se marchó vivo sin realizar ningún mérito. Dulce porque los amarillos tuvieron el 56% del tiempo el balón en su poder, botaron once saques de esquina por uno los blancos, y disfrutaron hasta doce ocasiones para perforar la portería de Casillas. O sea, que el Villarreal ofreció un espectáculo interesante frente a la constelación de galácticos, que no fueron tanto por el buen hacer de los hombres de Pellegrini, muy bien plantados en el césped, como también estuvieron días antes en Belgrado para seguir adelante en la Copa de la UEFA.

Pero llego a la redacción y, bolígrafo en mano, hago números. Resulta que el Villarreal C.F. está a dos puntos de la zona de descenso. Y al final, por desgracia, eso es lo que cuenta.

No soy de la opinión de Ranieri, que para sacar al Valencia de la crisis dijo que debía cambiar el estilo de juego. Quien vio el partido de Albacete sabe que les salvó una flor en el trasero y no el rácano sistema del entrenador italiano. Por tanto, más bien pienso que insistiendo en el trabajo, recuperando a algunos lesionados, y acoplando a Sorín y Lucho, este Villarreal todavía tiene muchas cosas que decir en lo que resta de competición.

Por lo demás, no me resisto a comentar la mejor imagen de la tarde. Tuvo como protagonista a Morientes, quien en el descanso se marcó el detalle de calentar haciendo el típico rondo con un grupo de recogepelotas del Villarreal, y les hizo soñar de felicidad por unos minutos. ¡Viva los grandes jugadores!