El Villarreal se escapa de la cola y mira hacia arriba. Con el triunfo ante el Málaga, el Submarino se coloca en su hábitat natural que no es otro que la parte alta de la clasificación. Ni Daudén Ibáñez, que no quiso señalar dos claros penaltis en el área malagueña, pudo impedir el triunfo del conjunto de Pellegrini. El actual Villarreal, una vez superados la mayor parte de los problemas que le han atenazado desde que empezó la Liga, puede concluir el 2004 bien posicionado para codearse con la clase aristocrática de la Liga en el Nuevo Año. El Málaga fue la víctima del rodillo de un Submarino plagado de buenos futbolistas que, incluso, en una tarde no demasiado brillante, la pueden armar.

¡Qué diferencia con el Málaga de Darío Silva y Dely Valdés! El equipo que visitó ayer el Madrigal justificó su posición en la clasificación y presentó su seria candidatura a jugar en Segunda División la próxima temporada. Lo mejor del Málaga fue lo que hizo en el área... pero en la propia, pues Reina apenas se enteró de que se disputaba un encuentro de fútbol. El conjunto andaluz logró llegar al tiempo de descuento con su portería a cero, algo que casi hay que elevar a la categoría de hazaña por las constantes acometidas de un Villarreal al que empujó con fuerza, más propio sería decir con velocidad, el canario Guayre.

Pellegrini se dejó en el banquillo a Sorín, formó con una pareja de mediocentros integrada por Peña y Josico, y mantuvo a Cazorla y Román como teóricos volantes y escoltas del dúo Figueroa-Guayre. Dosificación de esfuerzos, o rotaciones como le gusta denominarlo al técnico chileno, con la cabeza puesta también en el partido de Albacete del miércoles.

Un once menos atrevido que otras semanas, pero que guardaba el equilibrio isostático del Villarreal en ataque y defensa. Y el Submarino, a la hora de la verdad, dispuso, incluso, de más ocasiones para marcar que en anteriores tardes, eso sí con menos brillantez en su fútbol. ¿El motivo? Román se dejó ver menos de lo habitual.

Pasa a la página siguiente