Se acerca la Navidad y el Fin de año y, con ellos (topicazo al canto) llega el momento de las digestiones infinitas, los villancicos que saltan, los vuelve a casa, vuelve, Ramón García gritando Viva el 2005 (sin coletillas) y, cómo no, los balances. Y si un aficionado del fútbol sala hace examen de conciencia sobre su pasión deportiva, llegará a la conclusión de que la nostalgia no tiene cabida. El Playas, por ejemplo, no juega la UEFA Futsal Cup, no defiende el título liguero, no reúne a 4.000 fieles en el Ciutat de Castelló... pero pronto lo hará. El presente es magnífico y el futuro de los de PC (con o sin André como regalo de Reyes) promete ser aún mejor.

Y si subimos al norte, no hay Valeriana que pueda con tan merecida euforia. El Benicarló de Taxio Gutiérrez va camino de asegurarse la permanencia, haciéndolo con el mejor presente con el que sueñan sus 2.000 adeptos: la clasificación para la Copa en el año del debut en División de Honor. ¿Tiene cabida la nostalgia en el parqué?