En la cada vez mas extensa andadura del Villarreal transitando por el fútbol europeo, han sido unos cuantos los teóricos ogros a los que se ha tenido que medir el conjunto amarillo: Hamburgo, AS Roma, Celtic de Glasgow, Galatasaray y Lazio, por nombrar tan sólo unos cuantos. Todos asustaban más por el nombre glorioso, aunque lo que cuenta es el presente, bastante venido a menos. O, si lo prefieren, mientras el Submarino ha podido añadir a su maquinaria piezas de la mejor calidad futbolística posible, los demás se han tenido que conformar con repuestos de segunda mano.

Ahora, el ogro es el Dinamo de Kiev, que ni es una perita en dulce, ni tampoco uno de los mejores equipos de Europa, por lo menos no lo suele ser por estas fechas. Son muy pocos los equipos rusos o ucranianos que consiguen alcanzar las eliminatorias decisivas de las competiciones continentales. El obligado parón invernal --las temperaturas por aquellos lares paralizan toda actividad deportiva al aire libre-- supone para ellos una merma de ritmo competitivo que luego se paga irremediablemente.

En el Dinamo de Kiev concurren además otras circunstancias negativas, como la baja del rumano Tiberiu Ghioane --víctima de una trombosis cerebral hace pocos días-- o la indisciplina del internacional serbio Gavrancic, aunque, de todos modos, sigue siendo un gran equipo. El Dinamo de Kiev se acuesta pletórico en el mes de diciembre por el lado de la cama bueno; pero, cuando se acaba el periodo de letargo, se levanta por el otro lado de la cama, y ya no suele ser el mismo de antes.