El Villarreal se está saliendo en Europa. Y ya no sólo esta temporada. 17 partidos sin recibir goles en el Madrigal, una semifinal de UEFA y dos títulos de Intertoto es el momentáneo bagaje de un equipo que en apenas temporada y media se ha ganado el respeto de la Europa futbolística. El Submarino amarillo ya es famoso en Inglaterra (Yellow Submarine), en Francia (Le Sous-marin jaune), en Alemania (das Gelb Unterseeboot)... Pero, sin embargo, ese espectacular crecimiento no está teniendo su reflejo en las gradas del Madrigal.

Cierto es que hay algunos condicionantes difíciles de superar. Los horarios laborales muchas veces no se adaptan a los horarios de las competiciones continentales. También aceptaré, aunque ya sólo como simple excusa, la meteorología, la climatología... Y aun así, sigo sin entender cómo se pueden producir entradas como la del pasado jueves, en todos unos dieciseisavos de UEFA, ante un rival con nombre. Y me cuesta creer que el problema sea desmotivación, cuando tan sólo hace poco más de un año que el Villarreal pasea su nombre por Europa. Sin embargo, la frialdad de los números están ahí. Menos de 7.000 espectadores ante el Dinamo de Kiev que contrastan con los 42.000 de Sevilla, los 15.000 de La Romareda o los 40.000 aficionados que ayer se decepcionaron en San Mamés. Padece el Madrigal un virus UEFA.