Era la cita futbolística por excelencia y no tenía que faltar nadie. El 10 de abril estaba marcado de rojo en las agendas de los amantes del buen fútbol, una fecha que esperaban con impaciencia y con una espectacular reserva de adrenalina que cada uno sacó a la luz cada vez que su equipo fue capaz de poner su sistema nervioso a mil revoluciones por hora. Las imágenes hablan por si solas. La capital de La Plana mostraba su cara más dispar en una soleada, a pesar del viento, tarde de domingo.

El duelo más esperado, Real Madrid-F. C. Barcelona, le ganó la batalla a los paseos primaverales y concentró a centenares de aficionados en los bares y en las casas. Cara al televisor, sufriendo con su equipo. Fueron muchos los que vibraron con las jugadas de sus ídolos y hubo alegrías -fue una auténtica lluvia de goles- para todos. Hubo gritos, reproches, abrazos, lágrimas,... durante los más de 90 minutos de partido. Sin embargo, la balanza se decantó a favor local y los madridistas ganaron la batalla.

Volvió a ser uno de los choques más vistos de la temporada, y algunos referentes de nuestro fútbol más cercano quisieron compartir visionado. Entre ellos, tres de los jugadores del C. D. Castellón -Oliva, Casablanca y Héctor-, que colgaron las botas tras su compromiso con el Novelda, y acudieron al bar de su compañero Castell. Otros de los fijos en reuniones de este tipo, los jugadores del Benicarló F. S., también compartieron los goles del gran dueño del año en el piso de Minhoca, al que acudieron Acidesio, Bortolotto, Nando Grana, Pablo y Euler, que incluso habían hecho una porra.

Concluido el partido, las calles de Castellón volvieron a la normalidad de una tarde de domingo. Unos se fueron de los bares con la alegría de haber ganado y los otros, decepcionados.