Al Villarreal le faltó la suerte de los campeones, pero se despidió como un auténtico campeón. El disgusto fue mayor por el gran nivel que ha mostrado este equipo y por lo injusto de la eliminación. Otra vez más, disfrutamos con el fútbol brillante, la valentía y la ambición del Villarreal. Seguro que la cuota de pantalla de Canal 9 volverá a subir con el Submarino y yo, con humildad, le pediré disculpas a Paco Lloret por censurarle el cambio de hora, por los toros de la vuelta contra el Steaua. El Villarreal vende porque apuesta por el espectáculo.

Ahora bien, ni el disgusto me impide olvidar los dos penaltis no pitados en Vila-real, al igual que la permisividad con la reiteración de faltas sobre Román de anoche. Tampoco pasó por alto la inadmisible acción de José Mari, al igual que el penalti errado en la ida o el balón al palo de Román. El fútbol le debe algo al Villarreal. Y enhorabuena al AZ. Si había que perder más vale hacerlo con quien apuesta por el espectáculo.