El Real Madrid derrotó al Atlético con dos goles de Ronaldo y se acostó líder, favorecido por las desdichas de un vecino que se ha acostumbrado a convertir cada cita en un cúmulo de desgracias. Ni la presencia de Carlos Bianchi, el Virrey experto en derbis, le sirvió al Atlético para librarse del victimismo en un clásico condicionado por una única jugada: el penalti a Raúl y la rigurosa expulsión de Antonio López. Además, para aumentar su frustración, volvió a ser Ronaldo el que le volvió a sentenciar con dos tantos, para sumar 16 en 10 partidos.

EL MAZAZO El Atlético no tuvo tiempo de poner en marcha su plan, porque cuando aún estudiaba al rival, se encontró con un gol en contra, un jugador expulsado y su mejor arma ofensiva demasiados lejos del área rival. Todo lo desencadenó una irrupción de Raúl, en la que encontró el apoyo de Ronaldo, cuya pared dejó solo al capitán madridista. Antonio López le derribó, el árbitro le expulsó y Ronaldo marcó el penalti.

Ahí se le acabó la fe al equipo de Bianchi, que sin fuerzas ni moral para levantar el resultado, quedó expuesto a la goleada concretada de nuevo por Ronaldo --que forzó el autogol de Perea--. El Madrid no necesitó exhibirse para añadir más frustración a un vecino que no encuentra la forma de cambiar la historia.