El Villarreal ha tenido un inicio titubeante, más por la comparación con la brillantez que exhibió en su juego la temporada pasada con el de la actual, que por los resultados deportivos. El equipo de Pellegrini se encuentra a tiro de piedra de los puestos europeos y depende de sí mismo en la Liga de Campeones, pero todavía no es el conjunto que cautivó al fútbol español.

El Submarino volverá a ser más atómico que nunca si logra mejorar el rendimiento individual de sus futbolistas clave, Forlán se cura de la ansiedad que sufre por su falta de gol, Román encuentra más ayuda en la creación y el equipo recupera la frescura que le convirtió en el equipo de moda de la Liga.

Cuando el Villarreal apilaba elogios, piropos y alabanzas desde todos los rincones del planeta fútbol, el nombre de Juan Román Riquelme se situaba en el centro neurálgico de las loas hacia el brillante juego que desplegaba el Submarino. La Romandependencia siempre aparecerá ligada al Villarreal, mientras el Mago vista la camiseta amarilla número 8. Si la varita mágica funciona, como lo hizo la pasada temporada, durante muchos minutos y sin intermitencias, el equipo no para de generar ocasiones y de generar espectáculo.

El problema viene cuando Román no está inspirado. La responsabilidad de crear en el Submarino se halla demasiado polarizada en su figura y el argentino está demasiado solo en muchos instantes del partido. Ningún equipo del mundo puede permitirse que todo su juego gire alrededor de una única persona. Y el Villarreal necesita que el Mago tenga más colaboración.

El Villarreal carece de esa chispa de velocidad y frescura que le distinguía hace sólo unos pocos meses. ¿Las causas? Pueden ser varias. Por citar algunas de ellas, los repetidos viajes de una parte importante de la columna vertebral del equipo con sus respectivas selecciones constituyen un orgullo para el ego de un Villarreal muy mundialista, pero al que puede pasarle factura el trasiego de sus internacionales.

¿La preparación física? La planificación de José Cabello siempre ha sido excepcional y el Villarreal ha terminado los campeonatos a un notable nivel. Es cierto, que con tantos partidos el trabajo se ha visto interrumpido y no se ha podido entrenar como los futbolistas necesitan. Al equipo puede hacerle falta una vuelta de tuerca en ese sentido. Y eso que Manuel Pellegrini ha puesto en práctica, con inteligencia, una política de rotaciones muy dosificadas para afrontar Champions y Liga.

La pasada temporada en el Villarreal brillaron un gran número de futbolistas. El rendimiento individual fue muy alto en muchos casos. En el arranque de la temporada actual, se echa de menos la importante aportación de hombres como Cazorla, Font, Figueroa, Guayre, Arruabarrena o el mismo Tacchinardi. Este último todavía no ha rendido de acuerdo al dilatado currículo que se ganó en la Juventus.

Es también el caso de Marcos Senna. El papel que juega el brasileño, recientemente nacionalizado español, es fundamental para el Villarreal, tanto por su aportación ofensiva, como por el equilibrio que ofrece al juego colectivo en el aspecto defensivo. Uno de los grandes problemas de Pellegrini es la intermitencia de las apariciones de Senna en los momentos clave del partido, o cuando Román desaparece, bien por la estrecha vigilancia a la que es sometido o por un descenso en su rendimiento personal.

Diego Forlán es un jugador importante tanto cuando marca como cuando no lo hace. La premisa principal para que nazca un buen pase de gol es que antes se produzca un buen desmarque, y el uruguayo es un delantero tremendamente inteligente en sus movimientos y con un dinamismo extraordinario.

Su gran problema es más su desubicación y ansiedad por ver puerta, que la propia mala racha goleadora del uruguayo. La entrega, la profesionalidad y el amor propio de Forlán son incuestionables, incluso en estos momentos de horas bajas.

Pellegrini tiene que convencer al jugador de que su hábitat es el área y que sus incursiones a otras zonas del campo no le benefician ni a él ni al equipo. Si el Bota de oro y Pichichi de la Liga española se automedica de ese estado ansiolítico que sufre, los goles irán cayendo poco a poco. No obstante, y pese a que sólo ha logrado un gol y en el partido inaugural del campeonato, Forlán está siendo el delantero más peligroso del Villarreal. Sólo falta que se tranquilice y recupere el olfato.

El sistema de Pellegrini no contempla la existencia de hombres de banda en la parcela ancha. Sin embargo, la pirámide invertida del Villarreal sí que fomenta las irrupciones por los extremos de los dos laterales. Para potenciar esa faceta del juego, se realizó una gran inversión con Jan Kromkamp, lateral derecho de la selección holandesa. El exjugador del AZ Alkmaar ha aportado muy poco y ha sido uno de los grandes fiascos, hasta la fecha, del Villarreal. Parece lejos del estado de forma físico idóneo para un jugador de largo recorrido. Pellegrini confía más, en estos momentos, en Javi Venta que en Kromkamp, a pesar de que ha sido el segundo fichaje más caro de la temporada tras Riquelme.

En la banda izquierda, Arruabarrena tampoco ha comenzado la temporada al nivel esperado, y Pellegrini no quiere sacrificar, hasta la fecha, a Sorín en esa posición, ya que le considera fundamental en el centro del campo.

Otra de las grandes realidades es que el Villarreal no es aquel equipo modesto, con buenos jugadores, de antaño al que no se le dispensaba el trato ni el respeto que se le profesa a los grandes. Las gestas del conjunto de Pellegrini y su bien ganada y merecida aureola de equipo Champions, han convertido al Submarino en un enemigo importante al que los rivales se enfrentan con una concentración especial y una motivación extra. Eso se nota en los planteamientos más defensivos de los conjuntos que se miden a los amarillos y en las precauciones que toman los técnicos, que no dudan en cambiar sus sistemas tácticos habituales para jugar contra el Villarreal.

La capacidad de sorpresa del Submarino ya no existe y actualmente, lo que no deja de ser un aspecto positivo, la entidad de Fernando Roig recibe un tratamiento casi a la altura de los grandes. De igual modo, no es lo mismo afrontar la Champions, la mejor competición del mundo de clubs, que disputar la Intertoto o la UEFA. Además, el Villarreal ha colocado el listón muy alto.

Sebastián Viera tampoco ha logrado disipar la incertidumbre que planea sobre la portería del Villarreal tras la marcha de Pepe Reina al Liverpool. El guardameta uruguayo ha evidenciado también algunas carencias, demasiado ostensibles para la portería de un equipo que disputa la Champions League y que tiene aspiraciones en la Liga. Viera no ha tenido ninguna actuación desastrosa, pero tampoco ha brillado como se esperaba.

La inversión realizada con Barbosa y Viera no ha ofrecido, de momento, los resultados esperados. Ni el argentino ni el uruguayo han conseguido transmitir la confianza necesaria, tanto a la afición como a sus propios compañeros de equipo. Y López Vallejo, actualmente el tercer portero y el que más experiencia posee en Primera División, no cuenta para nada, por ahora, para Pellegrini, quien había solicitado el fichaje de Constanzo, ex de River y ahora en el Alavés.