En nuestra provincia sólo existe un equipo de rugby, el Club de Rugby Castellón. La temporada pasada, el grupo tuvo que retirarse de la competición. Razones económicas y falta de jugadores motivaron que el proyecto se viniera abajo. Hoy ante el Tatani en el Gaetá Huguet a las 11.30 horas, el equipo castellonense vuelve a la alta competición. Ganas no faltan en un bloque de jugadores que disfruta con un deporte que se vive en tres tiempos.

PRIMER TIEMPO Es el momento de la preparación del partido. En el Club Rugby de Castellón es el tiempo más costoso. Y es que este año el equipo cuenta con 25 profesionales pero, como afirma Pablo Marín-Buck, presidente y también jugador "hace falta más gente. Necesitaríamos una plantilla de 30 ó 35 fichas para cubrir todas las necesidades". Por ello, desde el club se hace un pequeño llamamiento para que todo aquel que esté interesado en descubrir o perfeccionar la práctica de este deporte, acuda a engrosar sus filas.

En este tiempo de organización también se incluye el apartado económico, en el que la entidad sobrevive gracias a subvenciones, a algún patrocinador y al dinero que sale de sus propios bolsillos. Y no sólo eso, las madres de los jugadores saben muy bien lo que es tener que lavar la equipación y arreglar descosidos cada fin de semana, mientras sus hijos también son expertos en pintar las rayas del campo y colocar los palos antes de cada partido. Todo un trabajo artesanal.

SEGUNDO TIEMPO Se trata del partido en sí. Llegan los empujones, los placajes, y también las heridas típicas de la batalla. "Pero no hay que quedarse con esto", afirma Luis Águila, entrenador, "porque el rugby es uno de los deportes más respetuosos que existen". Parece mentira pero pocas veces se ve a un jugador protestar una decisión arbitral. Es más, el colegiado tiene fama de intocable. Y además, hay un gran respeto y amistad entre jugadores, sobre todo si estos son veteranos.

Y EL TERCERO Una amistad que se demuestra en el famoso tercer tiempo. "Cuando nos emborrachamos con los rivales con los que nos hemos estado pegando minutos antes", reconoce Pablo.

Un momento entrañable que esperan ansiosos todos los jugadores. Las fuerzas nunca decaen. Si no que se lo pregunten a Frederic, un francés de 40 años que juega en el Castellón. Su máximo sueño es "poder comprar tiempo para desplazarme a los estadios más importantes del mundo", aunque mientras, continuará disfrutando de este deporte en el Gáeta Huguet.