No fue un partido cualquiera para Martín-Delgado, como no lo habían sido los últimos días. Una diarrea acabó de confirmar la horrible semana y en ella se escudó para explicar que estuvo casi todo el partido refugiado en el banquillo. Sólo apareció fugazmente y, como mucho, su cabeza asomaba levemente por fuera del que ha acabo siendo su potro de tortura.

En sala de prensa, estuvo mucho más comedido que el viernes. No obstante, no perdió la oportunidad de enviar un velado mensaje de censura hacia la cúpula directiva.

"No sé si mi destitución arreglara o no la situación", decía como última frase de la comparecencia. Justo antes, había lanzado un dardo envenenado: "Sigo creyendo que este equipo tiene solución. Pero también dije en su momento que esta plantilla se constituyó de una determinada manera y con unos condicionantes". "No es por desmerecer a mis jugadores, pero no hay más que comparar las plantillas de la Segunda A", añadió después. A buen entendedor, pocas palabras bastan...

Antes de conocer oficialmente su despido, Martín-Delgado seguía considerándose un cadáver. "Esta ha sido la primera semana en la que he sentido que no tienen confianza en mí", indicó. "He seguido trabajando lo mejor que sé", subrayó. Aparte de su honradez, también quiso dejar clara su postura: "Me veo capacitado. Tengo fuerzas para seguir, independientemente de lo que pase". Era ya tarde.