Martín-Delgado adelantó la noticia de su destitución el pasado viernes con un lapidario: "Soy un cadáver". El ya exentrenador del Castellón no reveló nada nuevo. Como él mismo dijo, sólo restaba marcar la fecha del óbito. Lo sorprendente de las revelaciones del técnico no estribaba en el mensaje, sino en el momento en que se transmitía, justo antes de un encuentro decisivo. Si el propio entrenador se considera fuera del equipo es porque ya daba por hecho que no se iba a vencer al Lorca e iba a certificarse su despido fulminante. Con esa moral ya se me antojaba muy complicado afrontar un encuentro como el de ayer. El propio Martín-Delgado se había sentenciado a sí mismo.

Nadie en el Consejo confiaba, desde hacía más de un mes, en el hombre de confianza de Osuna para la dirección de una plantilla confeccionada por el intermediario que asumió la parcela deportiva. La decisión es tardía, pero al final ha caído por su propio peso. Las declaraciones del viernes, de haberse producido con más tiempo para la reacción, posiblemente, hubieran sido suficientes para que ni tan siquiera se sentara ayer en el banquillo. Unas semanas atrás ya había insinuado su dimisión.

La destitución de Martín-Delgado es la primera medida de choque para una crisis galopante que tiene al Castellón último en la clasificación con sólo seis puntos y tres goles a favor en diez jornadas. Y lo peor no son los números, pues la imagen que transmite el juego del equipo se traduce en un no hay más cera que la que arde. Sí, se tiene que echar al entrenador porque al verdadero responsable, José Manuel García Osuna, no se le puede desterrar de la órbita del Castellón por lo menos de momento. Eso sí, Castalia ya se manifestó claramente al respecto, y no es la primera vez, con gritos de "Osuna dimisión". Ahora, después de enterrar al cadáver Martín-Delgado hay que trabajar para rescatar a un enfermo hospitalizado en la UCI desde el inicio de la Liga.

Pepe Moré, un hombre que ha visto al Castellón en repetidas ocasiones a lo largo de la temporada, ya que su hijo Xavi Moré pertenece al club, es el técnico con más números para sustituir a Martín-Delgado. Es el preferido de la parte sensata del Consejo. Otro hombre es Castro Santos, quien también ha presenciado varios encuentros, pero sus opciones son mínimas. Moré es un técnico con experiencia en 1ª, al que le gusta el buen fútbol y que se distingue por su talante dialogante y personalidad. No obstante, no tiene una varita mágica y su llegada tendrá que estar acompañada de otras medidas.

Reestructuración de la plantilla. Moré deberá trabajar desde el primer momento para reducir una plantilla sobredimensionada en la que trabajan a diario 28-29 jugadores. En enero el Castellón tendría que quedarse con 22 o 23 futbolistas. El esfuerzo del nuevo técnico debe centrarse en recuperar a futbolistas como Jonan García, Raúl Sánchez, Dealbert o el mismo Pepe Castell y extraer el máximo rendimiento de los hombres que componen el plantel.

Fichajes. Es imprescindible realizar una importante inversión en la contratación de dos delanteros de calidad como principal objetivo, pues los exiguos tres goles que ha anotado el Castellón indican claramente cuál es uno de los problemas del equipo. Además, es impresicindible la contratación de un centrocampista y un lateral izquierdo, como mínimo. ¿La inversión? La que sea necesaria, ya sea entre un millón o un 1.200.000 euros como preveía el presidente José Laparra. La cifra no tiene que acotar la política de refuerzos del Castellón, pues el descenso a Segunda B costaría mucho más dinero. Suerte para Moré, pues esa será la del Castellón, y a rezar para que se acierte en los fichajes.