Murcia iba a significar una prueba de fuego para el Castellón de Moré. Un equipo que había mejorado en cuanto al orden táctico se refiere, pero que no estaba sumando los puntos suficientes como para acariciar la salvación.

Llegó el partido de la Condomina y, con la televisión autonómica en directo, nos llevamos otra decepción. Múltiples despistes defensivos y cuatro goles en el saco, sin ninguna opción para los albinegros, que no dispararon nunca con peligro sobre la portería contraria. Y, encima, con las cosas cuesta arriba, el técnico nos dejó a todos con dos palmos de narices dando entrada a Raúl Sánchez por Epitié. Demasiado miedo para lo que se avecina...

García Osuna, el personaje oscuro que alguien nos envió a Castalia en forma de maldición, debe tener claro a estas alturas que el Castellón precisa algo más que algún retoque.

Horas después, en el Madrigal, otra decepción. Con un campo precioso por el ambiente --casi para enmarcar--, el equipo amarillo tuvo su peor tarde de fútbol. Es cierto que delante estaba el Barcelona, quizá la mejor plantilla del mundo, que además este año muerde desde el ataque, pero el Villarreal no dio las sensaciones a las que nos tiene acostumbrados, hasta el punto de que, salvo un par de ocasiones, Víctor Valdés, fue un mero espectador. Así ni siquiera era posible empatar.

Bueno, tampoco hay tiempo para lamentarse. El miércoles espera la clasificación para los octavos de final de la Champions y hay que estar al lado del equipo. ¡Vamos a por todas!