Con dos Dakar a la espalda, Pellicer está en disposición de augurar lo que le deparará el día a día por el centro de África. A las seis de la mañana toca diana y tras el buen desayuno "tengo la costumbre de no comer durante el recorrido", se dispone a emprender la etapa, más amena o más dura en función de la jornada. Tras muchos kilómetros con la única compañía de la arena del desierto es hora de llegar al campamento para buscar la noche y descansar. El momento de la jornada en el que te sientes "más satisfecho".

Eso sí, si la suerte ha estado de cara, puesto que Pellicer aún tiene grabado en la memoria el Dakar-03, cuando abandonó por problemas mecánicos y estuvo esperando sólo sobre la arena durante más de nueve horas.