Una hora antes de la carrera, Fernando Alonso no encontraba ningún motivo para pensar que podía batir a Michael Schumacher. Metros después de cruzar la meta reconoció 131.200 razones por las que había volteado la situación: un circuito lleno a reventar que le animó sin descanso para completar "la mejor carrera de mi vida". Es verdad que los Renault funcionaron mejor de lo que los propios ingenieros y pilotos esperaban. Es cierto que Fisichella, su compañero, le echó una mano en la salida y taponó a los Ferrari, pero el duelo de campeones cayó esta vez del lado del español por pura pasión.

El entramado estratégico sobre el que se había dibujado la solución del Gran Premio de España comenzó a tomar inesperado color español desde la salida. Precisamente, en la arrancada se encontraba una de las claves de la carrera, justo sobre el coche de Fisichella, segundo en la parrilla tras El Nano. Si el italiano taponaba a los Ferrari y Alonso podía tomar ventaja antes del primer repostaje, había alguna esperanza de batir a Michael Schumacher.

LA AYUDA Y el italiano fue esta vez un amigo. Salió tan mentalizado el romano, que no sólo aguantó la posición frente a Schumi y Felipe Massa, sino que salió mucho mejor que Alonso y llegó en paralelo a él a la primera curva. Hubiera podido intentar el adelantamiento de forma legítima, porque además iba por la parte más limpia, pero dejó espacio al asturiano como una semana antes había ocurrido con Massa y Schumacher en Nurburgring. La primera parte estaba hecha y la segunda no tardó en fraguarse. Alonso imprimió un ritmo infernal marcando vuelta rápida en cada giro. Como en una tortura china, en cada giro dejaba gotear cinco o seis décimas sobre El Kaiser, que, incrustado tras Fisichella, veía escapar impotente al asturiano. Cuando Alonso realizó el primero de sus dos repostajes ya tenía 12 segundos de ventaja sobre Schumi. Todo pudo irse por la borda en el momento en que Juan Pablo Montoya realizó un trompo en la curva tres y el morro de su coche quedó en mitad de la pista.

El responsable de seguridad, podía haber ordenado entrar el coche de seguridad mientras la grúa se situaba en plena escapatoria para retirar el McLaren. Si eso hubiera ocurrido, la ventaja de Alonso con Schumacher hubiera desaparecido. Pero ese pequeño soplo de fortuna que acompaña siempre al vencedor refrescó las posibilidades de Alonso, que logró su 12ª victoria en la F-1 y el primer triunfo en casa de un piloto español tras 50 años de carreras en nuestro país.