El partido podría haber sido redondo si Raúl Sánchez hubiera materializado una de las dos claras ocasiones que dispuso en los minutos finales. La primera fue en el minuto 89, cuando en un mano a mano ante Toño intentó una vaselina que mandó directamente a las manos del portero. Cuatro minutos después, en el 93, el máximo goleador albinegro galopó 40 metros en solitario y al llegar al área envió el esférico por alto. "No suelo fallar estas ocasiones, pero hay días que te quedas con la gloria y otros...", lamentó el ariete. "No sé cómo he errado dos oportunidades tan claras, pero hay que pensar en el Málaga B", declaró.