La leyenda del ave fénix tiene sus orígenes en los desiertos de Libia y Egipto. Según cuenta la tradición, este animal fabuloso se consumía por la acción del fuego cada 500 años para resurgir de sus cenizas totalmente renovada. Ni Castellón es un desierto ni han pasado cinco siglos en la vida de Mario Rosas, pero el mediapunta encarna una resurrección digna de este semidios mitológico.

¿Cómo un futbolista puede pasar de jugar 168 minutos en una temporada, a ser titular en las tres primeras jornadas de la siguiente campaña? He ahí la pregunta que se formulan los cientos de albinegros que jalearon la vaselina que Mario intentó el pasado sábado ante Bernardo.

"Al tener más minutos --explica el futbolista-- ha podido cambiar mi motivación", añade. Lo cierto es que está más en sintonía con Pepe Moré. "Él llegó a mitad de la temporada pasada y luego trabajó con un equipo en el que yo apenas entré. Pero este verano he tenido más minutos y tal vez le he mostrado más cosas", refuerza su planteamiento. Mario revela que no estaba dispuesto a pasarse otro año en blanco: "De no haber jugado, habría pedido marcharme en diciembre".

Mario insiste en que la perspectiva de un futbolista cambia en relación a si disfruta de minutos o no. "Cuando juegas, tienes más ánimos, intentas más cosas...", enfatiza.

DE AQUÍ PARA ALLÁ Después de haber rodado un montón, confía en asentarse en el Castellón, con el que acaba contrato el 30 de junio del 2007. "Entiendo perfectamente las críticas, pero la gente debe saber que no aprendí a jugar al fútbol hace dos semanas", sostiene el que viste el 23, que busca una estabilidad. "Muchos compañeros no se creen que tenga solo 26 años, después de todos los equipos en los que he estado", dice en referencia a su militancia en el Barcelona B (al lado de Xavi, Puyol...), Alavés, Salamanca, Cádiz, Girona y Castellón. "Ojalá pueda estar aquí muchos años", suspira.

Mario no es el mismo de la pasada temporada. Cuando salta al terreno de juego, está mucho más enchufado en el partido. Un dato lo refrenda: él, que pasa por ser uno de los jugadores más técnicos y con mayor sangre fría de la plantilla, es el rey de las tarjetas, pues ha visto una amarilla en cada uno de los tres encuentros que ha disputado. Y eso en los partidos. En los entrenamientos, también ha elevado el listón.

Es decir, que Mario está dispuesto a ser futbolista de nuevo, escarmentado por el jarabe de grada. "A nadie le gusta pasar el año que yo pasé aquí, sin jugar y muchas veces sin ir convocado", razona. Ahora tiene vía libre para jugar, pero en cuanto Romero coja la forma, volverá a tener competencia. Él también acusa la inactividad, ya que el sábado fue sustituido por Nakor --a la postre, autor del gol del triunfo gracias a un penalti-- debido al cansancio. Es decir, que aún tiene margen de mejora.