Media Sevilla se alegra hoy de que el derbi andaluz no fuera televisado mientras la otra media se lamenta de que solo 45.500 personas, las que abarrotaron el Sánchez Pizjuán, pudieran ver la victoria del club del Nervión sobre el Betis. El de ayer fue un derbi clandestino, inexistente para muchos; un domingo como los de antes, radiofónico, más para vivirlo en casa que en el bar de turno; más tranquilo, pues, sin la presión de saber que cuando marque el rival se van a tener que soportar las bromas del vecino de barra.

Pero siempre hay quien no disfruta de un derbi si no es para chinchar al otro. Por eso, porque en Sevilla se hace extraño que se dispute un Sevilla-Betis y no verlo, muchos aficionados de ambos equipos se reunieron ayer en el parque del Alamillo de la con banderas, barbacoas y radios, en un particular picnic.

Allí seguro que hablaron de todo lo que ha envuelto al partido durante los últimos días. Seguro que comentaron los actos del centenario del Betis, recién presentados, especialmente el nuevo himno, ese Al final de la Palmera que ha desatado la polémica.

Donde los béticos escuchan con orgullo un estribillo inigualable que dice "Olé, olé, olé, olé, Beti olé", los palanganas notan un sospechoso parecido al "sevillista seré hasta la muerte", del himno del centenario del Sevilla creado por El Arrebato. González Serna asegura que si se parecen es debido a que para hacerlo ha utilizado "un compás de tres por cuatro, típico de las sevillanas".

Son todas estas polémicas las que dan vida a un derbi. La polémica de los himnos dio ritmo al calentamiento de los jugadores. Mientras una grada aseguraba que "la Giralda presume orgullosa de ver al Sevilla en el Sánchez Pizjuán", la otra contestaba un instante después que "siempre habrá alguien que diga ´Viva el Betis manquepierda´".

Claro, que no fueron los únicos cánticos. La afición verdiblanca no dejó escapar la oportunidad de atacar al presidente del Sevilla ("Del Nido a prisión", corearon los béticos).