"Juegue usted a los pronósticos benéficos del fútbol. Se divertirá, hará un bien, ganará dinero. Solo una cosa arriesga usted jugando a los pronósticos benéficos del fútbol: hacerse rico". Así rezaba el resguardo del primer boleto de la quiniela. Han pasado 60 años desde aquel 22 de septiembre de 1946, cuando se jugaron 38.530 boletos y se recaudaron 77.060 pesetas. Después de cinco días de escrutinio --los de ahora se hacen en 5 minutos-- hubo 62 boletos premiados que se llevaron el 45% de la recaudación, es decir, 34.677 pesetas.

A lo largo de su historia, la quiniela ha sido en el refugio de las ilusiones de los españoles. Cada domingo, el transistor adquiría protagonismo. Se trataba de seguir minuto a minuto los movimientos en los distintos campos para que se ajustaran a cada una de las casillas.

No había ni equipo favorito a la hora de apostar. Así lo entendió Saturnino García, un carnicero de Santander, que fue el primer millonario, en 1952. Con una sola apuesta se llevó un millón de pesetas. Eso sí, no dudó en dar como perdedor a su Racing, del que era socio.

En la búsqueda de la diosa fortuna, la forma de rellenar los boletos tuvo un ayudante especial: el dado. De él se sirvió Gabino Moral, un agricultor de Valladolid que, con ese sistema, obtuvo en 1968 los 14 aciertos y un premio de más de 30 millones de pesetas con solo dos columnas. Gabino se convirtió en una especie de héroe.

Los primeros millonarios

Su premio fue el mayor en los primeros 22 años de la quiniela, que inició el general Roldán y Julio Cueto, junto con Pablo Hernández, que la importó del extranjero. El primer boleto, que costó dos pesetas, tenía siete partidos. Entonces no bastaba con acertar el signo, sino que había que clavar el resultado de cada encuentro. Lo hicieron dos personas en el primer boleto del 22-09-46. Una de A Coruña y otra de San Sebastián.

El premio para cada uno de ellos ascendió a 9.603 pesetas, en la primera categoría. En la segunda hubo un acertante que cobró 7.202 pesetas. El de tercera se llevó 4.801 pesetas. El premio de consolación repartió 69,75 pesetas para cada uno de los 58 acertantes. El primer resguardo de la quiniela responde al nombre original de Patronato de Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas.

Los clubs, el 10%

En la primera temporada de la quiniela, 46-47, se destinó a beneficencia la misma cantidad que a premios: 4.334.405 pesetas. Y así se repitió durante los primeros 15 años de vida de la quiniela. Gracias a esa aportación vio la luz un hospital y un centro de ancianos. Más tarde, a finales de los años 50, fueron los organismos deportivos los que recibían una parte de los fondos generados.

En los años 80, los clubs de fútbol comenzaron a recibir una parte de la recaudación, que ahora llega al 10%. La quiniela también echó una mano a la financiación del Mundial de España, a los Juegos Olímpicos de Barcelona y al Programa ADO de ayuda a deportistas.

Las cifras globales del juego resultan mareantes. En sus 60 años se han celebrado 2.344 jornadas (33.125 partidos), se han rellenado casi 9.000 millones de boletos y se han hecho más de 92.000 millones de apuestas. En esas seis décadas se han obtenido más de 10.500 millones de euros de recaudación, de los que 5.700 se han destinado a premios. Los clubs y otros organismos deportivos se han llevado 2.700 millones.

Peña de Reus

El próximo 2 de octubre se cumplirá un año del mayor premio ganado en la historia de la quiniela. La cifra llegó a los 9.089.888 euros. Se los llevó una peña de Reus, compuesta por 100 socios. El aumento de la demanda ha llegado a registros extraordinarios, como procesar 15 millones de boletos, validar 130 millones de apuestas o recaudar 22 millones de euros en una semana. Todo ello gracias a las 55 delegaciones de España con más de 11.000 puntos de venta, que dan empleo a 15.000 personas. A ello hay que unir la llegada de internet, que gestiona un 20% del gasto de la quiniela.