Ha llegado la hora de los sedientos, de los perdedores que buscan su cuarto de hora de gloria. Y ese instante coincide con aquel que eligen los reyes y los pretendientes al trono para sacar la calculadora y no correr riesgos. Ni una sola guerra para perderla. De ahí que ayer, en el trazado de Motegi, frente a 63.195 japoneses, las victorias fuesen para Kallio (125), Aoyama (250) y Capirossi (MotoGP). Los demás, como el ya campeón Álvaro Bautista (Aprilia, segundo), no tuvieron el día o, simplemente, como Lorenzo (250cc) o Rossi (MotoGP) se limitaron a controlar.

El primer plato fuerte del día empezó con susto. Jorge Lorenzo (Aprilia) hizo una pésima salida, normal en él, y cuando todos pensaban que estaba fingiendo, quedó demostrado que no, que tenía serios problemas para alcanzar al cuarteto delantero integrado por Dovizioso, De Angelis --que volvió a fracasar como en los restantes 110 grandes premios que ha corrido--, Aoyama y Yuki Takahashi (Honda).

"He hecho una pésima carrera y pido disculpas a mi equipo", reconoció el mallorquín, quien al final, pese a su pésimo ritmo, se benefició de la caída de Takahashi, quien casi se lleva por delante a Dovizioso. Eso permitió que Lorenzo alcanzase al italiano y, finalmente, le superase en la penúltima vuelta. "No pienso hablar del título hasta que lo tenga en las manos", dijo Lorenzo tras la carrera.

Llegaron los reyes y Capirossi los mandó parar. El italiano se hizo con el control de la carrera desde la salida. Mientras Pedrosa se salía en la primera vuelta y debía correr contrarreloj, Hayden volvía a demostrar la endeblez de su liderato y la poca fe que tiene en ser campeón. Metido en el grupo perseguidor, fue incapaz de inquietar a Capirossi, Rossi y Melandri (Honda), que lograron el primer triple italiano de la temporada. El norteamericano tuvo la suerte, al final, de que Nakano se atrevió a pasar a Sete --cuarto ayer sin mucho esfuerzo--, con tan mala pata que se cayó, permitiendo al líder acabar quinto.

Los grandes campeones, como los mejores equipos de fútbol, cuando juegan mal, empatan. Eso es lo que hicieron Lorenzo y Rossi, que son los que cuentan.